El viernes 18 de marzo de 2011, un comandante de Los Zetas apodado Tintín ordenó al policía municipal de Allende, José Alfredo Jiménez, recorrer todos los domicilios que tenía la familia de José Luis Garza Gaytán, quien hasta esa mañana operaba para la banda de la última letra el tráfico de drogas hacia Estados Unidos a través de la frontera de Coahuila con Texas.
Tras inspeccionar una decena de viviendas que se encontraban en el centro del pueblo ubicado en la región de los Cinco Manantiales, el policía Jiménez se subió a una camioneta Ram con Tintín y juntos enfilaron a las afueras con rumbo a la carretera de Allende hacia Villa Unión. En el kilómetro 5.5 se estacionaron a la orilla del camino para esperar nuevas indicaciones. Ahí estaba el lugar donde vivían y trabajaban la mayoría de los familiares de Garza Gaytán, un rancho dividido en tres áreas que tuvo una vida boyante hasta ese día.
Mientras aguardaban una orden nueva, oyeron por la frecuencia de radio que un comando de los suyos venía de Tamaulipas a Allende con la finalidad de matar a todos los miembros de la familia Garza.
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Fue hasta las siete de la tarde cuando llegaron las estacas, como Los Zetas llaman a sus escuadrones de la muerte, conformados por lo menos con cuatro sicarios, quienes suelen transportarse en camionetas pickup doble cabina con armas de grueso calibre. En la estaca que llegó iban El Panda, El Chilero, Lalo, El Perro, El Rayas y El comandante 7, quien la dirigía.
También llegaron al rancho de los Garza los hermanos Gabriel y Germán Zaragoza, llamados comandante Pala y Flacamán respectivamente. Juan Rafael Arredondo, jefe de los vigilantes zetas en Allende apodado El Canelo, fue otro de los que arribó. Todos escoltados por patrullas de la policía local.

Quien derribó el portón del rancho de la familia Garza fue el comandante Pala con su camioneta. Después de eso, el resto de las estacas entraron disparando hasta llegar a la primera construcción del rancho, donde sometieron a unas diez personas que estaban ahí, las cuales no ofrecieron mayor resistencia.
Entre los presentes se ha identificado a José Luis Garza Garza, papá de Garza Gaytán, así como al tío de éste, Rodolfo Garza, y su prima Liliana, quienes fueron amarrados con colas de rata por los sicarios. También fueron sometidos un criador de gallos de nombre Everardo Elizondo, y un amigo de éste, César García, quienes en mala hora habían ido al rancho a buscar un medicamento para un animal que iba a pelear el fin de semana en el palenque de la localidad.
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El policía Jiménez fue enviado al pueblo vecino de Morelos a buscar unos vehículos. Cuando regresó al día siguiente al rancho de los Garza, se dio cuenta de que había llegado una camioneta Explorer azul cargada con más personas detenidas, entre las que identificó a miembros de la familia Garza como Rodolfo, primo de Garza Gaytán, Arturo Espinoza, primo político, y a un trabajador llamado Lauro Medrano. También vio amarradas a otras cuatro mujeres grandes, dos niños menores de cinco años, así como a varios jóvenes de entre 13 y 18 años y otros ya treintañeros. Alguien le dijo que a todos ellos los habían traído de Piedras Negras y que estaban haciendo una limpia porque alguien de la familia había estafado a los Zetas.
El domingo 20 de marzo, unos zetas apodados Blue y Don Pepe se llevaron del rancho de los Garza a todas las mujeres grandes y a los niños a una casa de seguridad ubicada en Zaragoza, Coahuila, mientras que los demás permanecieron secuestrados en el rancho. Por la tarde de ese día, el Comandante 7 y el Comandante Pala, junto con El Canelo, El Cubano, El Chilero, El Panda, El Ruso, Flacaman, El Cabe y El Meño, además de los policías Guadalupe Ávalos y Jesús Alejandro Bernal, fueron al centro de Allende, hasta una casa de la calle Cuauhtémoc en la que vivía otro miembro de la familia Garza llamado Víctor Manuel, a quien sacaron de su hogar junto a su esposa Alma Patricia Pérez Iruegas y su hijo Julio. La familia fue llevada al rancho en una patrulla oficial y los encerraron en la misma casa donde estaban secuestrados los demás.
Esa misma noche, todos los secuestrados que estaban en la casa fueron llevados caminando hasta una bodega cercana, donde empezaron a ser asesinados con un tiro en la cabeza. Al policía Jiménez le tocó dispararle a Everardo Elizondo, para luego recoger unos botes con gasolina y diésel, con el cual rosearon la bodega en la que estaban los cuerpos ya inertes de las víctimas. “Le prendimos fuego con la ayuda del diésel y la gasolina a la bodega con toda esa gente ya muerta en el interior, y ahí estuvimos muchas horas hasta que cocinamos a todas las personas”, dijo en su declaración el policía Jiménez. La lumbre derritió el techo de la bodega.
Según el efectivo, los zetas llevaron a personas que habían sido secuestradas antes por otros motivos, como un joven llamado Aarón Fernández Rodríguez, quien había sido detenido semanas atrás por una patrulla de la policía municipal al salir de un bar llamado El Bakara, ya que en el interior del coche habían encontrado un paquete de marihuana que supuestamente pertenecía al comandante Tintín. Tintín lo acusó de haberle robado y después de tenerlo retenido varios días, ordenó asesinarlo en el mismo rancho de los Garza.
Desde ese domingo y durante toda la semana siguiente, diversos grupos de estacas y policías municipales asaltaron y destruyeron casas de familiares y amigos de Garza Gaytán, sobre todo de Héctor Moreno Villanueva, quien al igual que Garza Gaytán y Alfonso Cuéllar habían huido días antes a Estados Unidos, donde se entregaron a las autoridades y ofrecieron colaborar en contra de sus antiguos socios ante las autoridades de Estados Unidos.
(CONTINUARÁ…)
Capítulo 13 de la serie “El lugar donde se arrastran las serpientes”