Hace unos años, el escritor David Foster Wallace dio un discurso realmente célebre en la graduación de Kenyon College. Empieza con dos peces jóvenes nadando hasta toparse con un pez viejo que viene en sentido contrario.
—Hola chicos, ¿cómo está el agua? —saluda el pez.
Sin responderle, el par de peces siguen nadando hasta que uno de ellos, desconcertado, pregunta al otro.
—¿Qué diablos es el agua?
Una paradoja que Foster Wallace compartía era la de que las realidades más obvias, presentes e importantes, suelen ser las más difíciles de ver y reconocer. Algunas de esas realidades tan evidentes y ocultas de nuestro tiempo son las que estos días de mayo y junio han navegado el Atlántico en una embarcación centenaria de nombre Stahlratte, rebautizada por el EZLN como La Montaña para transportar desde el sureste mexicano hasta territorio gallego al Escuadrón 421.
¿Qué es el Escuadrón 421? Una delegación de siete representantes de aquellos pueblos originarios de Chiapas que —en medio de la barbarie que gobierna buena parte de México (y del mundo)— consiguieron construir libertad, democracia y justicia de forma autónoma en sus territorios.
En 1994, la lógica política predominante decretaba el fin de las insurrecciones y el reinado del neoliberalismo, pero el desafío zapatista de aquel entonces demostró que la resistencia y la rebeldía frente al sistema aún eran posibles.
En 2021, con una iniciativa audaz que comenzó con la travesía marítima del Escuadrón 421, los zapatistas vuelven a desafiar no solo la historia colonial, sino también la lógica política vigente que pregona confusión, distanciamiento social y virtualidad; por el contrario, La Montaña transporta a una cabeza de playa zapatista que desembarcará pronto en Vigo con la intención de ir al encuentro directo con la otredad europea: a conocerla y compartirle experiencias que permitan organizarse para rehacer este mundo enfermo.
Así, cuando el sistema dice que te encierres y tengas miedo, los zapatistas alzan velas y salen a la mar cargados de semillas esperanzadoras. Lo que brotará en colectivo en los próximos años, ya se verá, resultará tan revelador e improbable como lo que provocaron en 1994.
Resistir y rebelarse son realidades obvias e importantes que los tiempos de hoy no nos dejan ver: Son el agua.