La diversión es el mantra imperante de toda vacación. En la lejana Sonora, con esa intención, la dirección de Ecología y Turismo de Huatabampo, tuvo la idea de pescar todas las rayas posibles para cortarles sus aguijones y evitar que los piadosos paseantes sufrieran inconvenientes durante sus días mansos y santos por las playas de la región.
Por si no fuera suficiente la afanosa y decidida acción institucional, había que difundirla también al máximo posible a través de videograbaciones pedagógicas en las que se explicaba con tono salvador la tortura realizada, al tiempo que se mostraba el proceso de captura, sometimiento, mutilación y regreso al mar de los pequeños animales del arrecife.
Entre la crueldad de realizar una atrocidad como ésta (se calcula que fueron más de dos mil rayas atacadas) y la estupidez de los mutiladores de vanagloriarse de ello como si fuera realmente un servicio público, cabe una pregunta sobre la manera en que está pensado y confeccionado el aparato público: Pretender que la Ecología y el Turismo estén en una misma dirección gubernamental es igual a considerar -perdón por la metáfora religiosa simple, pero es Pascua- que diablos y ángeles sirvan al mismo dios.
De tal manera que la masacre de las rayas en Huatabampo es tan ecoturística como el megaproyecto del Tren Maya. La obra insignia del actual gobierno federal surge de la misma esencia huatabampense: Para que los turistas disfruten el bello paisaje del sureste mexicano es necesario destruir la selva (se calcula que más de 10 millones de árboles han sido talados) e invadir los pueblos originarios que la han habitado y conservado durante cientos de años.
Ante el escándalo en redes sociales, el alcalde de Huatabampo, Juan Jesús Flores, anunció la destitución de la funcionaria a cargo del departamento de Ecología y, en entrevista con Luis Alberto Medina, reconoció que no tenía el perfil adecuado. “Son compromisos, Luis Alberto, que suceden en campaña… Eso fue lo que pasó”, dijo sobre su nombramiento. Sorprendido ante la declaración, el periodista sonorense remarcó su asombro, a lo que el alcalde insistió: “Esto es un negocio serio, yo no estoy jugándole al presidente”.
Negocios serios. Como el compromiso que quizá hay con militares y empresarios detrás del ecocidio y etnocidio maya.