Hoy quiero dedicar este espacio para el texto que escribió el doctor Ricardo René Cruz Escárcega (hace poco falleció), padre de una querida amiga: Amelia Cruz Vega. Que su recuerdo viva siempre.
"Nada hay en la mente que no haya estado antes en los sentidos": Aristóteles
Hay infinidad de cosas que captamos y que están cambiando constantemente, las creaciones humanas como la cultura y la civilización; la materia y la energía; lo objetivo y lo subjetivo. Todas las sensaciones las captamos de una forma consciente o inconsciente, lo queramos o no, se trate de algo agradable o desagradable y esto penetra en nosotros como si fuera una película en nuestro subconsciente.
Los estímulos externos son captados por los órganos de los sentidos, a través de todo lo que vemos, oímos, tocamos, degustamos y olemos. La sensibilidad propioceptiva, que es la sensación que se capta en los músculos, los tendones y las articulaciones también participa.
Las sensaciones, representan la información de los cambios del medio externo y nos permiten presentir algo agradable o desagradable, alguna cosa o acontecimiento, lo que para muchos representa la intuición, que es la habilidad para conocer, comprender o percibir algo de manera clara o inmediata, sin la intervención de la razón.
La percepción es entonces la integración e interpretación de las sensaciones de una forma coherente y con un significado, cuando es satisfactoria, nos permite suprimir o eliminar las percepciones desagradables.
La intuición no es un fenómeno supramental, sino algo objetivo basado en la realidad de las cosas que percibimos y que todos tenemos la facultad de comprender, aunque no siempre hacemos caso de ello.
Una forma de liberarse de la energía nociva que generan las emociones y los pensamientos estresantes es la percepción de cosas agradables que nos permitan eliminar las que no lo son, vivenciar los bienes y valores gratificantes de las creaciones humanas, o simplemente distraerse, recrearse, convivir y realizar actividades. Respirar profundamente, oxigenar nuestro organismo y sentir que estamos viviendo, caminar o realizar algún trabajo y extasiarse con las cosas bellas que tiene la vida.
No olvidarse de la naturaleza y estrechar los lazos que nos unían a ella y se perdieron cuando surgieron las sociedades. Los fenómenos naturales son reconfortantes y a través de ellos podemos ventilar las cosas nocivas que en ocasiones viven en nuestro inconsciente originando angustia y neurosis.
La naturaleza nos regala escenarios maravillosos, como el cielo y las nubes, la lluvia, los astros en una noche estrellada, la aurora boreal, el arco iris, los amaneceres y los atardeceres. Y qué decir de la contemplación de los ríos, el mar, los valles y montañas llenas de verdor, flores y fauna.
Gozar de los encantos de la naturaleza, nos permite borrar los recuerdos y grabaciones de la película inconsciente de nuestra vida que llegan a ser traumáticos; representan una forma de estabilizarnos y hacen que valga la pena vivir.
Realizar nuestras necesidades básicas sanas con una percepción normal de ellas, nos genera placer y bienestar. Y recordar siempre que lo más maravilloso que tenemos es uno mismo, cuidarse, autoestimarse, experimentar sensaciones, percepciones e intuiciones reconfortantes.
Es bueno vivir, pero es mejor vivir sanamente y disfrutar de todo lo que la naturaleza nos brinda.