A veces me pregunto si valdrá la pena.
Papá siempre tuvo la idea de que el periodismo era un trabajo de alto riesgo, muchas veces discutimos acerca de eso y en algunas ocasiones me pidió dejar este oficio para no exponer mi vida, pero nunca dejó de apoyarme.
En la última semana, vimos hechos a nivel nacional y local que reafirman la premisa de que el periodismo es un empleo peligroso por muchos factores, la frase “A los periodistas los matan”, cada vez toma más vigencia.
Pareciera que ya ningún lugar es seguro para ejercer el oficio o que la vida de quienes nos dedicamos a ello vale menos que las de otras personas.
Un ejemplo de ello es el lamentable caso de Miguel Ángel Hernández y Berenice Giles, un par de jóvenes fotógrafos que perdieron la vida en días pasados mientras cubrirían el Festival AXE Ceremonia en Ciudad de México.
Si bien su muerte podría catalogarse como un accidente que le pudo pasar a cualquier persona tras caerse una estructura, la forma en la cuál sus cuerpos fueron tratados fue denigrante.
A pesar del accidente, el evento musical continúo con su agenda, evidenciando el poco respeto hacia las dos personas que acababan de perder la vida.
En Puebla las cosas no son distintas, ya que recientemente también se registró una agresión, cuando sujetos desconocidos golpearon al fotógrafo Juan Carlos Fuentes en pleno Centro Histórico.
Su “equivocación” fue el haber documentado una primera agresión de los atacantes hacia otro conductor.
En ambos casos existen averiguaciones, se tienen identificados a los responsables, solo queda esperar que las autoridades apliquen la ley y se sancione a los culpables. Hacerlo sería una forma de respaldar al gremio periodístico y no hundirlo más en el desprestigio.
En lo personal, solo en una ocasión me he sentido agredido por ejercer mi trabajo como reportero, afortunadamente el caso no paso a mayores y hoy puedo contar esa anécdota con cierta gracia, de lo contrario, también sería una tragedia.
Lo que queda claro, es que el periodismo cada vez tiene menos espacios para ser ejercido de manera segura.
Ya lo dice una canción: A veces me pregunto si valdrá la pena dejar la vida entera en un papel, no sé, no sé.