El pasado 3 de noviembre, el grupo No+Pobreza y la Alianza para la Prosperidad, organizamos un Foro para reflexionar sobre el problema del salario insuficiente en León. Ya Coneval nos había dicho que nuestro municipio es que tiene personas en pobreza en términos absolutos. Los datos duros demuestran que la pobreza en León tiene que ver, entre otras cosas, con bajos salarios. Cerca del 60% de los trabajadores en León no reciben lo suficiente para comprar dos canastas básicas. Ha quedado claro que la idea de hacer crecer el pastel para acabar con la pobreza no basta. Es necesario pensar que tenemos que partir el pastel de forma diferente.
Frente a los resultados del Foro y algunos artículos que se han publicado posteriormente, se han suscitado todo tipo de reacciones, que ayudan a entender los obstáculos que podremos encontrar al pensar en acciones para salir de esta situación. Hay reacciones airadas, ofendidas por el hecho de que León sea exhibido como una ciudad con tantos pobres. Una parte de la población no está dispuesta a creer en un León que presenta caras tan contrastantes. Otras reacciones, las que me parecen más preocupantes, son las que politizan el tema: como todo lo que sucede en estos últimos años, no hay forma de escapar a la reducción simplista de las ideas en dos campos sin matices. Un riesgo al plantear estrategias para modificar esta situación de inequidad es que sea utilizado como un arma política a favor o en contra de cualquier bandera. También aparecen en las reacciones twitteras algunos tópicos comunes que sabemos que hay que combatir: “los pobres son pobres porque no quieren trabajar” o que “hay que hacer crecer el pastel para que la parte que ya les toca les alcance para más”.
Es claro que tenemos que insistir, con abundancia de datos, que en León más de la mitad de las personas tiene un empleo formal y que a cambio de su trabajo no obtiene lo mínimo para vivir dignamente. Después, habrá que buscar alternativas viables, graduales, adaptadas a las diferentes realidades laborales, pero al mismo tiempo claras y firmes para lograr cambios en el corto, mediano y largo plazo. Hay cambios posibles trabajando sobre la reducción del abanico salarial al interior de las mismas empresas, sin afectar los costos finales de los productos y combinándolo con estímulos a la productividad.
Mejorar los ingresos de los puestos más bajos no es solo un acto de mínima justicia, sino de conveniencia propia: fortalece el consumo local y este consumo beneficia a todas la empresas, la recaudación de impuestos y las posibilidades de una vivienda digna.
Así como los alcohólicos tiene que partir del reconocimiento: “Soy Fulano, y soy alcohólico”, para iniciar su recuperación, podemos decir como sociedad: “Soy León, y soy un municipio con una inaceptable pobreza”. Y con un auténtico deseo de cambio iniciar nuestra recuperación social.
David Herrerías