Este fin de semana es la vorágine consumista más alta del año en tan pocas horas, el buen fin ya empezó y con él el alivio de millones de mexicanos que buscan cubrir a veces muchas carencias de autoestima, porque no importa que mi casa este cayéndose a pedazos, pero el iPhone de última generación bien vale la pena, o que aún siga lleno de deudas pasadas, esa pantalla de 50 pulgadas se verá muy bien en mi sala, a la que le falta por cierto que le cambie el plafón.
El acto de comprar no es racional querido lector, es de lo más emocional que existe en el humano, es nuestro inconsciente gritándonos que compremos para sentir que podemos hacerlo y quedar bien ante los ojos propios y de los demás.
Así que le invito a que busque al menos un poco de esa lógica necesaria para no dejarse llevar por las promociones y los meses sin intereses, para no endeudarse, ya que es importante ser consciente de la realidad de su bolsillo y saber hasta qué punto puede comprar.
No estoy diciendo que no debamos aprovechar las ofertas de bienes que deseemos adquirir, pero debemos actuar con mesura, comprar solo lo necesario para nuestros fines familiares y personales, debemos por obligatoriedad generar conciencia, hacer un consumo responsable y no comprar por comprar.
El yo consumista, el compro luego existo, el gastar mi dinero al fin que es mío, el comprar ya que mañana Dios proveerá, son sin duda, las diferentes expresiones que usamos para cubrir el ansia de salir estos días a cuanta plaza comercial se encuentre, para echar un ojo y ver que se lleva a casa.
Comprar con dinero contante y sonante es sin pensarlo mucho, lo mejor que usted puede hacer, finalmente si se lo gasta será su culpa, usted sabrá, pero será dinero que en verdad tiene. El enorme problema será sucumbir al canto de las sirenas que el crédito da y en la mayoría de los casos terminar por comprar cosas que ni siquiera teníamos pensado adquirir. Gastar por gastar puede resultar después algo infernal para pagar.
