“Queremos que entiendan que no somos animales, somos seres humanos”, reclamaban un grupo de migrantes frente a las oficinas migratorias en Ciudad Juárez para protestar, luego del incendio en el que murieron al menos 40 personas migrantes en la estación del Instituto Nacional de Migración mexicano; y parece que ni la institución destinada y dizque sensibilizada para tales fines lo entiende.
El video de las autoridades abandonando a las personas migrantes encerradas con llave en medio de las llamas es, por lo menos, desolador. No hay más, las autoridades son responsables de la tragedia; prefirieron que murieran antes de dejarlos salir ¡Cuánta inhumanidad, cuánta indolencia! ¿Quién responde? ¿Dónde están las renuncias? ¿Qué va a pasar con su director, Francisco Garduño? Sin duda alguna, uno de los peores episodios, de los más tristes y vergonzosos vistos en esta administración.
Según versiones de diarios locales, la mayoría de las personas que murieron se encontraban encerradas, pues fueron aseguradas en un operativo especial realizado en la ciudad para retirarlos de los corredores viales donde limpiaban parabrisas, vendían dulces o pedían dinero. ¿A qué más podrían dedicarse mientras esperan respuestas a sus procesos migratorios, sin dinero, ni alimentos, en condiciones de hacinamiento y de insalubridad? Todo ello sumado a los ultrajes que sufren en el camino para llegar a su destino, incluyendo los de las propias autoridades encargadas de salvaguardar su integridad.
La muerte de los 40 migrantes en Ciudad Juárez es la foto viva del fracaso compartido por muchos actores y peldaños en la cadena de responsabilidad: Estados corruptos y expulsores, políticas migratorias deshumanizantes, instituciones públicas ineficientes e indolentes, traficantes de personas impunes, candidatos politiqueros dispuestos a redituar con las vidas de las y los migrantes, y ciudadanos indiferentes.
La región experimenta una llegada de migrantes nunca antes vista: sólo en la frontera entre México y Estados Unidos en 2022 fueron detenidos 2,76 millones de personas indocumentadas. Según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), el flujo migratorio aumentó un 8% en territorio mexicano.
En enero de este año, Joe Biden anunció un programa para otorgar, cada mes, 30.000 permisos especiales a migrantes provenientes de Cuba, Haití, Venezuela y Nicaragua, exclusivamente para quienes entren por vía aérea, haciendo oídos sordos a las deplorables condiciones en las normalmente deben trasladarse.
Mientras tanto, las y los migrantes siguen en el limbo, soportando tratos crueles. Que tantas cumbres y espíritu de integración que recorre hoy América Latina sirvan para pensar la migración de una forma distinta y no sólo como formas de sacar raja política o de encontrar un enemigo externo a quien culpar de cualquier mal nacional.