Política

Otro 8M igual que el anterior

  • Mirada Latinoamericana
  • Otro 8M igual que el anterior
  • Daniela Pacheco

Desde sus inicios, el Día Internacional de la Mujer ha sido una jornada de lucha de las mujeres trabajadoras contra el sistema capitalista, un día de la mujer trabajadora. “El feminismo burgués y el movimiento de las mujeres proletarias son dos movimientos sociales fundamentalmente diferentes”, escribió Clara Zetkin.

Pese a que el movimiento feminista latinoamericano se ha forjado en las calles y en las movilizaciones masivas, y a los múltiples matices de los feminismos latinoamericanos que incluyen a las mujeres indígenas, a las negras, a las pobres, a las indígenas, a las que hacen la lucha comunitaria, a las diversidades sexuales, el sistema político y económico sigue empeñado y diseñado para excluirnos. Según estimaciones recientes de ONU mujeres, tomará al menos 300 años alcanzar la igualdad de género.

“Siglos de patriarcado, discriminación y estereotipos dañinos han creado una enorme brecha de género (...) Seamos claros: los marcos globales no están funcionando para las mujeres y niñas del mundo. Necesitan cambiar”, aseguró hace unos días el Secretario General de la ONU, António Guterres.

Las mujeres se encargan del 76,2% de todo el trabajo de cuidados no remunerado; cada dos horas es asesinada una mujer en América Latina por el hecho de serlo; cerca del 25% de las mujeres en los países en vías de desarrollo no puede acceder a un empleo frente a un 16% de los hombres, y la lista es larguísima.

El protagonismo político creciente del movimiento feminista en América Latina es concebido por algunos gobiernos y partidos políticos, especialmente de derecha, como un movimiento con potencial desestabilizador o simplemente como su comodín electoral. El movimiento feminista replantea aspectos clave de la sociedad como la economía y la seguridad en el marco de una visión colectiva, desafiando la concepción individualista y privatizadora que ha caracterizado al período neoliberal en el continente.

Por ello, una relación clave, que debe ser evaluada caso por caso, es la del movimiento con los gobiernos de izquierda, especialmente en el marco del segundo ciclo progresista en la región y del fracaso del neoliberalismo para generar bienestar. Como señala Nancy Fraser, cualquier feminismo que apunte a liberar a todas las mujeres debe ser un feminismo anticapitalista, y dos, no hay posibilidad de hacerlo solas, ni tampoco hay posibilidad de cambio sin nosotras.

Una transformación estructural profunda sólo puede ser alcanzada desde bases muy amplias, que incluyan incluso a quienes hasta ahora no han priorizado las cuestiones de género, pero que estén dispuestos a hacerlo. La lucha feminista ha sido entendida erróneamente y reducida a cuestiones de género y sexualidad. Entenderla en toda su dimensión implica discutir el trabajo reproductivo y la precarización laboral, por ejemplo.

No se trata de poner todos los esfuerzos en un Estado patriarcal y violento, pero sí de renovar una relación estratégica. Si el feminismo se transformó en una praxis política concreta en espacios diversos como las organizaciones sociales, las universidades, las organizaciones sindicales, los barrios, es la disputa política e ideológica la clave. Los gobiernos de izquierda también están en deuda con nosotras. Hablan de transformación y las mujeres seguimos atrás.

Daniela Pacheco


Google news logo
Síguenos en
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.