Ningún alto cargo dentro de los poderes de la unión (incluyendo a los organismos autónomos), está exento de la negociación política a pesar de que la oposición vea en la democracia, la panacea de purificación de las decisiones políticas, olvidando que sólo es el vehículo por el cual se consensa y legitiman las acciones que la mayoría, conduce e impone a la minoría.
Parafraseando al genetista de la Ciencia Política (Maquiavelo): “Las minorías no tienen sitio cuando la mayoría tiene donde apoyarse”.
Así entonces los Senadores de Morena ejercieron su mayoría con dificultad, sin descuidar el clima disruptivo contra el neoliberalismo imprimiendo el cribaje de la cuarta transformación.
Esta reflexión a propósito por la designación de Rosario Piedra como titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), que causó un revuelo desde la oposición donde un impresentable Gustavo Madero, trataba de acercarse a la presidencia del Senado con fuerza y arrojo como tratando de impedir la protesta de quien considero, hay que darle un voto de confianza más allá de las filias y fobias por sus simpatías ideológicas.
El chiste era “chingar y hacer pedazos” a Ricardo Monreal según un chat de Marko Cortés respecto a la designación.
¿En el pasado, quiénes dirigieron la CNDH?
A la oposición se les olvidó la actuación del Carpizo, Rocatti, Madrazo o Plasencia al frente de la comisión, donde su cercanía con expresidentes y con el PRI era simbiótica.
La autonomía era sólo un cuento. El organismo servía para que el presidente en turno o el partido de estado (como en muchas entidades federativas), dieran chamba a los cuates
Se les olvida que el poder que se ejerce en el senado radica en Morena.
La fuerza y el tamiz por donde se están dando los cambios que muchos mexicanos exigimos está con ellos.
El sacudir a las instituciones en su conjunto es su gran tarea, pues el modelo político del pasado se agotó.
Todos los organismos “autónomos” deben entrar a revisión pues en su composición, está su esencia.
La cuarta transformación debe de prescindir de quienes no están con la austeridad y cambio de régimen. Esos que se han ido a la Suprema Corte para salvaguardar sus canonjías y privilegios.
Dar la bienvenida a quien ha vivido la injusticia, el atropello y el insulto es garantía contra la simulación y el engaño.
Es momento de cambio. Reconstruir la institución pues “la piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido”.