En política, las alianzas que ayer fueron puentes mañana se pueden convertir en desfiladeros. Estoy convencido que el partido fundado por el expresidente Andrés Manuel López Obrador enfrenta un gran dilema que se puede convertir en una crisis:
Seguir atado a viejos aliados o, arriesgarse a caminar solo hacia una madurez política e histórica.
Esta reflexión a propósito del pasado Congreso Nacional del Partido del Trabajo (PT), donde mostraron musculo y organización, pero también resentimientos: enojo, reproches y hasta “encabronamiento” contra el Senador Gerardo Fernández Noroña quien abandonó la plenaria con un tono enérgico:
“Es injusto y no lo merezco”.
Algunos petistas, por no decir la mayoría lo han tachado de traidor. Para mí, es la precocidad anticipada para las elecciones del 2027 y sucesivas respecto al papel que jugará el PT y sus dirigentes donde las elecciones locales en Veracruz serán un termómetro para confirmar o rectificar las decisiones del CEN de MORENA de ir o no con el PT, más allá de los intereses personales de los ambiciosos vulgares que solo buscan el poder por el poder.
La política, como la historia, no se escribe en líneas rectas.
Se dobla, se retuerce y se oculta bajo pactos que a veces parecen inevitables, pero, vistos a la luz de una reflexión crítica hay una relación frágil y difusa entre Morenistas y petistas.
Bajo esta óptica, la pregunta cobra fuerza:
¿Necesita Morena al PT para ganar elecciones de manera inevitable?
El Partido del Trabajo nunca ha conquistado una gubernatura solo. No ha tejido mayorías propias ni construido un movimiento nacional autónomo.
Siempre ha navegado a la sombra de embarcaciones ajenas: primero con el PRD, luego con Morena y casi siempre con los oportunistas del Verde.
Luego entonces me pregunto: ¿Puede considerarse indispensable un partido que jamás ha demostrado capacidad de triunfo de manera independiente?
La respuesta, en términos fríos, parece negativa.
Sin embargo, la política rara vez opera bajo el frío bisturí de la lógica pura.
A veces, como recordaba Maquiavelo, conservar aliados menores permite fortalecer la propia posición sin crear nuevos enemigos abonando las tesis oportunistas.
Ahora bien, hay que apuntarlo, el partido dirigido por el Profe Anaya suma estructuras modestas, operadores locales, votos marginales pero útiles en elecciones reñidas.
Su utilidad no radica en su fuerza, sino en su oportunismo de crecer bajo la sombra.
Es un socio predecible, manejable y previsible en su lealtad siempre y cuando obtenga un beneficio donde sus liderazgos se niegan a pasar la estafeta.
El caso de su dirigente, el profesor Alberto Anaya, fundador y eterno dirigente del PT, ilustra con crudeza que no hay cambios de estafeta porque, así como están, pareciera que entre ellos están muy bien, aunque sin Noroña al que acusan de traidor.
Anaya ha liderado el partido desde su fundación, hace más de 35 años.
Su mandato se prolongará, salvo sorpresa mayúscula, hasta 2031 con la posibilidad de reelegirse hasta 2037.
De cumplirse este escenario, ocupará la dirigencia nacional durante 47 años consecutivos, cifra que remite inevitablemente a la longevidad política de figuras como Don Fidel Velázquez, líder absoluto de la CTM de 1941 a 1997.
¿Puede hablarse de democracia partidista cuando la dirigencia se convierte en una propiedad privada de facto o franquicia? ¿Dónde queda la renovación de cuadros, la pluralidad interna, la apertura de nuevas voces?
Un partido que se eterniza en sus liderazgos difícilmente puede ser vehículo de transformación real.
Más bien, se convierte en un instrumento de auto reproducción, cerrado a la crítica y al cambio. Pero esas, esas son otras historias.
Aristóteles, en La Política, advertía que la ciudad existe para procurar el bien común y que toda desviación hacia la búsqueda del interés particular corrompe la esencia misma de la vida pública.
¿Qué ocurre entonces cuando las alianzas políticas ya no responden a un horizonte ético y moral sino únicamente a la aritmética electoral?
La pregunta no es menor. Y su respuesta tampoco es fácil.
Continuará…