La normalidad del crimen fue por mucho uno de los grandes desaciertos de las últimas décadas.
Gobierno y delincuencia eran cómplices con olor a narco-estado. Así cantidad de alcaldes y gobernadores estuvieron y están coludidos con la delincuencia y crimen organizado, pero esa, esa es otra historia junto con las de García Luna.
Producto de esas complicidades tenemos el recuerdo imborrable de la desaparición de los 43 que anteayer recordamos con frustración y dolor.
Desaparecer personas como objetos fue la constante de autoridades y gobierno donde el desmadre fue la constante.
Muchos poderosos de cualquier nivel se sentían intocables con sus mentiras históricas, pues los mexicanos estamos acostumbrados a creernos cuentos fantásticos dentro del México mágico y cósmico donde los priistas son expertos.
Recuerdo cuando la PGR en manos del PRI contrató a una bruja para coadyuvar como forense para identificar osamentas. ¡Increíble pero cierto!
La desaparición forzada de los 43 humildes normalistas el 26 de septiembre del año 2014 (en un ambiente extraño), nos recuerda la podredumbre y bestialidad con la que muchas autoridades estuvieron coludidas desde lo local hasta las autoridades federales.
Las verdades históricas se convirtieron en mentiras monumentales.
Esas que los priistas estaban acostumbrados a tejer como el crimen Paulette, Muñoz Rocha, Cardenal Posadas, y un largo etcétera incluyendo la versión 3.1 de: ¿quién mató a Colosio?
En días pasados el fiscal Gertz Manero señaló que toda la “verdad histórica” fue producto de mentiras y falsedades por autoridades de la extinta PGR.
Autoridades que estuvieron coludidas con diversos actores del sistema de justicia y autoridades con un desfalco de más de mil millones.
Que despropósito que las autoridades encargadas de garantizar la integridad física de los ciudadanos participaban en los delitos como parte de las células delincuenciales.
Trataron de enterrar los verdaderos hechos históricos que el ignominioso gobierno de Peña Nieto catapultó sin éxito en su último informe de gobierno. Por cierto, una pregunta nada que ver: ¿Dónde andará?
La función última del Estado es garantizar la integridad física del ciudadano.
Al Estado le corresponde cumplir con el contrato social. Mientras tanto, expectantes a la verdadera historia pues nos siguen faltando 43…
