Política

La Suprema Corte ante el reto de la transformación

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  • Cuauhtémoc Carmona Álvarez

La corrupción y decadencia del viejo régimen no se podría entender sin la anuencia del poder judicial. 

Un poder que fue cómplice de atropellos, corruptelas y de supeditación a los grandes mafiosos del poder donde el nepotismo, estaba inmerso en toda la estructura judicial.

Desde Jueces y Magistrados de Circuito hasta Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación propuestos a modo por la oligarquía del poder fue la constante. 

Recordemos: El caso del ex ministro Eduardo Medina Mora quien se retiró por no estar a la altura de la transformación. 

La corrupción lo rodeaba y su permanencia era insostenible ante una nueva época judicial. Su historia está por contarse...

En días pasados el Senado de la República ha extendido el período de la Presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en ánimo de instrumentar de forma exhaustiva, la reforma al poder judicial publicada el mes pasado. 

La Cámara de Diputados tendrá que validar la reforma para estar a la altura de los cambios que hoy el pueblo demanda.

Algunos juristas han respondido con críticas bibiliosas argumentando que la propuesta de aumentar la presidencia del Ministro Arturo Zaldívar es inconstitucional y disvaliosa para el orden público.

Se les olvida que el mismo Ministro Arturo Zaldívar cuando presentó la propuesta para transformar el poder judicial sentenció: “Se trata de una reforma profunda y de grandes alcances que toca el meollo del Poder Judicial”. 

Él es el único que puede garantizar la transformación de ese aparato artrítico y lejano a la gente.

Ningún Ministro antes había propuesto con seriedad la creación de una escuela judicial en la que todos los impartidores de justicia lleguen por méritos propios y no por nepotismo y “otras” gracias por poner un ejemplo de cambios.

Una reforma que pone las garantías individuales en el centro de la justicia. 

Pero no la justicia simulada y chueca a la que estuvimos acostumbrados en el pasado reciente sino aquella que se inserte en un nuevo sistema que responda al mexicano de a pie, ese que está harto de impunidad y de jueces omisos y corruptos.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación debe ser la gran garante de un estado Constitucional de Derecho donde todos los gobernados nos sintamos protegidos de legalidad, garantía tan despreciada por las autoridades sobre todo administrativas cuando los políticos se suben a su ladrillito que los vuelve ignominiosos por atascarse de poderío.

El cambio al poder judicial que se avecina no debe quedar en la retórica sino en un cambio trascendente donde la norma suprema, nuestra Constitución sea la base tutelar de los derechos humanos en un país lleno de injusticias y de una monstruosa desigualdad social donde la polarización enriquece el debate. 

Ayer fueron tiempos de revolución, hoy transformación.


@cuauhtemocarmona

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