La salud del presidente de México Andrés Manuel López Obrador una vez más ha demostrado que está en excelentes condiciones a pesar que sus odiadores lo desean ver aniquilado.
Nuestro primer mandatario ha sorteado con humor y oportunidad el informar con puntualidad y sin dilaciones su estado de salud que insisto, es de admirarse en un espacio donde algunos dentro de las “benditas redes” desearían funerales de Estado.
Pero como lo señalé en alguna colaboración pasada. La oposición minúscula le ha hecho lo que el viento a Juárez: Nada. En el barrio sería más explícitos…
Así en lo político, en la salud y en la enfermedad está sacando las reformas estructurales que la cuarta transformación se ha impuesto con los tres principios de batalla: No robar, no mentir, no traicionar.
Y volviendo al tema de la salud del presidente su equipo de comunicación y varios funcionarios informaron bien la situación ante cualquier duda sobre la mala salud del mandatario.
La política es un acto comunicacional y necesariamente mediático.
En la era digital comunicar con oportunidad es fundamental y en días pasados lo hicieron muy bien.
Las sociedades hoy en día dormimos y despertamos con un dispositivo móvil que construye y alimenta una realidad virtual.
Realidad que impone y define la agenda política y publica que se trasladada a lo real donde hay que combatir las mil mentiras para que estas no se conviertan en verdad.
Las benditas redes definen el rumbo de la comunicación y del entendimiento entre gobierno y sociedad.
La sacralización de la comunicación a través de las redes llegó para quedarse y todos los políticos no están exentos de ellas.
Comunicar las acciones de gobierno es lo fundamental más allá de narcisistas funcionarios enfermos del yo-yo.
El presidente despierta animadversiones para quienes no coinciden con su proyecto de nación y no me refiero a quienes dejaron de hacer negocios o fueron desplazados políticamente por la cuarta trasformación – esos están muy encabronados-, me refiero a quienes tiene derecho a disentir del rumbo político en un marco político de respeto.
Y luego están los otros, los que canalizan una frustración patológica contra el presidente donde el odio y el rencor son el motor de su discurso contra él y la cuarta transformación.
Sin embargo, ante eso no cabe más que el respeto y la comprensión pues en su mayoría son los que se han quedado sin la corrupción como forma de vida. Los Sátrapas, lurios y entrelucidos diría la Senadora Lucia Trasviña de Morena.
A ellos hay que recordarles que la salud del presidente está más que excelente y hay cuarta transformación para rato…