El evento del pasado sábado donde militantes y simpatizantes de la cuarta transformación se reunieron en el Zócalo de la Ciudad de México para celebrar el triunfo de MORENA sin duda fue un momento de fiesta y algarabía.
El “AMLOFest”, como muchos simpatizantes jóvenes le llamaron al encuentro reflejó el ánimo político para lo que vendrá el próximo año que es, la ratificación a un gobierno (MORENA) que ha respondido a las mayorías con un candidato o candidata que vaya en unidad.
A cinco años de que el presidente Andrés Manuel López Obrador ganó las elecciones y catapultó al PRI, en su discurso del sábado pasado con un Zócalo abarrotado señaló sobre el movimiento y la cuarta transformación:
“Es un timbre de orgullo poder decir que nuestro movimiento está más fuerte que nunca, que existe una amplia mayoría apoyando la cuarta transformación.
El pacto entre el pueblo y su gobierno funcionó”.
Estoy convencido que analizar el discurso del pasado fin de semana del presidente Andrés Manuel López Obrador, desde un análisis crítico y constructivo tiene que pasar por el tamiz de las teorías de significado y significación dentro de la narrativa del lenguaje político.
Sin embargo el mensaje fue claro: Estamos más fuertes que nunca.
El signo político es el movimiento que se traduce en polarizante y disruptivo.
Profesionalmente trabajé en administraciones panistas y priistas (sin pertenecer a estos partidos) en puestos directivos por méritos propios.
Haciendo una retrospectiva, esos gobiernos buscaban erradicar los signos que identificaban al pasado.
Fox en lo personal por ejemplo, recortó el águila del escudo nacional y literal, le valió madres el signo y significado que para todos los mexicanos representa el escudo nacional, nuestra identidad recortada…
El equipo de Calderón tuvo otros como prohibir música que se identificaba con la postrevolución.
Si, aunque parezca ridículo y tengo un ejemplo: Un servidor se desempeñó como Secretario Técnico de los Premios Nacionales de Ciencias y Artes que entregaba el presidente de la República, un cargo burocrático en la SEP donde me tocaba organizar la ceremonia en los Pinos.
En una edición, en el programa solicité de música de fondo poner la canción el “Huapango de Moncayo”.
Y literal, me la censuraron del programa porque era una canción priista según ellos.
Les valió madres prohibirme la majestuosa obra sinfónica más importante después del Himno Nacional: El huapango de Moncayo.
Los ejemplos de romper con los signos y significados de los anteriores gobiernos englobados en el viejo régimen fueron todos cosméticos después de la llegada de los neoliberales.
Un narcisismo con tufo porfirista los engreía como “creadores de instituciones”, cuando la implementación de la política social es y seguirá siendo una obligación constitucional por quienes ejercen el poder.
Para los opositores o quienes están en contra de las políticas de AMLO, la significación de este quinto año sigue siendo desastrosa, sin embargo padecen de “escapismo” cuya definición es la «Actitud de quien se evade o huye mentalmente de la realidad».
El movimiento está más fuerte que nunca y eso es muy significativo.
El discurso del presidente no tuvo giros inesperados o sorpresivos sino que refrendó sus compromisos desde que llegó al gobierno.
El presidente se mantiene en su política social, la cual descansa en los desprotegidos y olvidados por sexenios anteriores.
Esos que no entendían el verdadero significado de la política en un país lleno de desigualdades, pobreza y clasismo.
@cuauhtecarmona