Estamos en la generación de la inteligencia artificial y de la comunicación digital donde muy pocos pueden estar exentos de ellas.
Por ejemplo el Obispo de Roma (Su Santidad Francisco), dice que no tiene redes sociales, pero hay quien le informa y se comunica a través de ellas con su autorización.
De forma directa o indirecta todos estamos sujetos a la comunicación e información ciberdigital donde los teléfonos inteligentes roban o potencializan nuestra atención y tiempo, incluyendo al Papa.
Aquella frase atribuible al científico Albert Einstein: “Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad; el mundo solo tendrá una generación de idiotas”, refleja la preocupación de que la ciencia superará a los seres humanos convirtiéndonos quizás en seres automatizados o en una generación de imbéciles recordando a Humberto Eco quien ha sido gran crítico de las redes sociales mal utilizadas.
Esta reflexión a propósito del tiempo en pantalla que consumo y además, los datos que no me alcanzan.
Decidí buscar la conectividad y no estar ligado a un plan forzoso mes con mes, sino comprar aire en amigo y no estar atado a un contrato.
Sin embargo, los datos no alcanzan y el tiempo en pantalla este mes aumentó.
Sin embargo, mi introspección va más allá. A muchos “ciberconectados” nos preocupa el tiempo que permanecemos conectados cuando parte del trabajo y las relaciones sociales transitan a través de un teléfono celular donde estos aparatos funcionan literalmente como oficinas.
La pandemia vino a modificar por completo las relaciones humanas.
Hoy podemos hablar de telemedicina cuando hace una década esto sería absurdo.
Y es que la conectividad nos alcanzó. La cantidad de usuarios de internet en México alcanza su pico máximo pues según estadísticas hay 96.8 millones de personas que están conectadas a internet en el país lo cual representa el 80.8% de la población.
Benditas redes sociales pero también “malditas”, pues están cambiando mucho nuestro entorno de comunicación y de relaciones humanas.
Conozco gente que entra en “neurosis” cuando los dejan en visto y la comunicación es bidireccional, donde el sub lenguaje de las redes es otro tema.
Hay quienes se han vuelto verdaderos espías hunto con los “bots” como los entes “subnormales” del ciberespacio.
En lo personal a mí me causa gracia que en horas de trabajo me saluden por mensaje y me pregunten: ¿Estás ocupado? En la confianza con algunos respondo:
No, estoy en la alberca. Hemos complicado la comunicación y estamos perdiendo eficacia por practicidad y en el más perverso de los casos, algunos utilizándola como estratagemas para engañar y confundir.
Los mensajes de voz y capturas de pantalla se mezclan para bien o para mal y tus conversaciones o mensajes pueden compartirse sin darte cuenta. Total, la comunicación se está deformando…
Marck Zuckerberg , que algo tendrá que decir afirma que “la era de la privacidad terminó”, pues las redes sociales ponen todo al descubierto en una “sociedad digital” que se comunica de manera vigorosa en un espacio virtual (redes), a través de internet donde el lenguaje (inteligente o estúpido), se interrelaciona, reproduce y se comparte.
Las afirmaciones del creador de Facebook sin duda son innegables pero el centro reflexivo es:
¿Qué uso le damos a las redes sociales, a la comunicación virtual y a la dependencia ciberespacial?
En lo personal estoy convencido que mi aumento en pantalla es por cursos en línea y los audiolibros bien narrados antes de dormir.
Hay que distinguir entre lo inteligente y lo idiotizado por los contenidos vacíos y anónimos que ofrece el internet aparejados de lo vulgar y ordinario con personajes graciosos que deberían llamarse “bizarros” en vez de “famosos”.
Continuará…