En días pasados en la Cámara de Senadores se aprobó la ley que regula la revocación de mandato (propuesta del presidente Andrés Manuel López Obrador), donde el Senador Ricardo Monreal, coordinador de la fracción parlamentaria de Morena, sacó avante la siguiente pregunta:
“¿Estás de acuerdo de que el presidente Andrés Manuel López Obrador, se le revoque el mandato por pérdida de la confianza o siga en la presidencia hasta que termine su mandato?”
Un cuestionamiento lleno de una inmensa carga volitiva pues la actualidad política del país, nos coloca a todos entre dos extremos.
Estar entre el viejo régimen u, optar por la cuarta transformación dentro de una sana polarización que implica elección y ruptura.
En términos bíblicos no se puede servir vino nuevo en odres viejos…
Es tiempo de definiciones diría el Presidente de la república y eso conlleva a participar en revocarle su mandato o, que siga al frente de la presidencia.
Un ejercicio inédito en la vida política del país donde los adoradores del pasado se retuercen, sobre todo aquellos a quienes se les han quitado los negocios y el influyentísimo de lucrar con la política y ver al poder como un botín con un pestilente olor de nepotismo.
El ejercicio de quienes desean ver fuera al presidente toma cauce y estoy convencido que los opositores se toparan con pared. A muchos políticos y ciudadanos no les ha caído el veinte que el pueblo pone y el pueblo quita. El espacio público no es propiedad de grupos o de familias les debe quedar claro.
Este axioma tan sencillo (el pueblo pone y el pueblo quita), tuvo la atención de López Obrador cuando a principios del año pasado con todo y pandemia se organizaron para denostar al Presidente en caravanas en varios estados de la república en flamantes autos climatizados desde el privilegio y la comodidad.
Esta situación hizo que el mandatario expresara en mayo del año pasado:
“No coman ansias”, visualizando la revocación que hoy está en tránsito para que, a través de un ejercicio democrático directo votemos por su permanencia o, que le deseen con ansiedad que se largue como lo piensan sus obsesivos atacadores.
Francamente no quisiera estar en los zapatos de la oposición pues la ansiedad como trastorno de la personalidad, afecta a la salud y al equilibrio del ser.
En sentido contrario hay que estar pacientes pues la paciencia todo lo alcanza diría Santa Teresa de Ávila la cual podemos entender, como el arte de esperar (virtud entre los cristianos).
La oposición tendrá el tiempo propicio para que se organice, se ponga de acuerdo y construyan una plataforma plural no desde el privilegiado “yo” egoísta, sino desde el plural demos-pueblo, donde a través del sufragio puedan regresar a las viejas formas de gobernar y que superen, por cierto, los 30 millones de votos con los que AMLO fue elegido situación, que no ocurrirá pues la inmensa mayoría estamos en que siga en la presidencia.
Tengan-aprendan.
@CUAUHTECARMONA