Nos encontramos en la antesala de las elecciones más grandes de la historia de México donde por primera vez tendremos una mujer al frente del poder ejecutivo del país además de nueve gubernaturas en disputa, el Congreso de la Unión, 31 congresos estatales y miles de ayuntamientos (1580), junto con la Ciudad de México que lo disputa el cartel inmobiliario con cierto frenesí. Estas elecciones son el parteaguas para consolidar la transformación política del país.
De las elecciones del 2022 y 2023 donde se renovaron 6 y 2 gubernaturas respectivamente no fue casual que el partido fundado por el presidente Andrés Manuel López Obrador obtuviera 4 y el Estado de México el año pasado. En el 2022 Morena perdió Durango y Aguascalientes por las fracturas y el descontento de la militancia.
El año pasado se perdió Coahuila porque el partido guinda escogió a Don Armando Guadiana, un político-empresario (+) que no logró una campaña competitiva contra un Manolo Jiménez con tablas y trabajo estructurado en todo el estado. El candidato de esas elecciones contra el hoy gobernador debió ser Ricardo Mejía Berdeja. Las equivocaciones cuestan…
A más de treinta días de las elecciones más grandes de la historia estamos ante el avance de la transformación en 9 estados donde la hegemonía priista moribunda aliada con la derecha trata de sobrevivir con candidatos impresentables. Morena en algunos estados no logrará alzarse con la victoria pues la definición y postulación de candidatos contrarios a las bases se contraponen con el sentido de la pertinencia y oportunismo político de “aventar” a los mejores o, a los menos peores.
Estoy convencido que al partido de la 4T le ha resultado el escrutinio y la búsqueda de perfiles a conciencia acordes al movimiento transformador. Pero ha tenido grandes equivocaciones con el tema de sus encuestas donde pareciera las debemos tomar como dogma de fe al ser infalibles (sin error) y, aceptarlas con obediencia monacal o castrense.
La única forma de arrebatar a MORENA elecciones es provocando la división y la fractura a su interior. Las encuestas a modo no son la solución para apuntalar a candidatos desarraigados o ajenos a la transformación encabezada por el presidente Andrés Manuel. Creo que en Morena hemos pasado a la madurez sociopolítica que sobrepasa a los “jefes, cabecillas y abusones” que Marvin Harris nos recuerda en su libro con ese mismo título.
En el 2019 AMLO fundador de Morena lo dejó bien en claro:
“…Nosotros luchamos por muchos años para que no se usara el gobierno..., fue una lucha de siempre. Nos hicieron mucho daño porque la elección no era limpia y nosotros no podemos actuar de la misma manera. El gobierno no va a intervenir en las elecciones de Morena y de ningún partido…”
Las elecciones próximas en México son un tubo de ensayo para que MORENA siente las bases de la izquierda junto con sus aliados. En las elecciones pasadas para Presidente de la República el PT solo aportó el 6% del 53.1 de la Coalición juntos haremos historia. Me surge la pregunta: ¿Cuánto arrastre traerá el partido del Profesor Anaya para las elecciones de junio próximo?
Los resultados son predecibles así como las matemáticas. No tengo la menor duda que Claudia Sheinbaum será nuestra próxima presidenta de México. Falta garantizar la mayoría en las cámaras y ponerle ojo a los estados en riesgo como Veracruz, Guanajuato y Morelos. Las elecciones para Morena no serán un día de campo. Son el pináculo de asentar la política social que combata a la pobreza, la misma que desprecia la oligarquía y las mafias del poder encopetados con trajes de algodón egipcio y zapatos Gucci o Ferragamo.
