Política

El triunfo de la estupidez

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  • El triunfo de la estupidez
  • Cuauhtémoc Carmona Álvarez

Albert Einstein sostuvo que dos cosas eran infinitas: el universo y la estupidez. 

Y él no estaba seguro que la primera lo fuera en su totalidad. 

Sin embargo la estupidez desde la psicología hoy en día está bien estudiada al igual que la idiotez desde el campo de la medicina.

Si bien es cierto no son padecimientos con sinonimia, si están muy ligados donde los sujetos que las padecen (donde nadie está exento), se comportan con mucha singularidad y hasta con descaro. 

Pasándose de “lanza” dirían en el barrio.

Esta reflexión a propósito que terminé de leer un libro que a todas luces refleja una claridad en defensa del buen raciocinio y de la inteligencia mental. Un libro donde 30 expertos explican por qué cometemos los mismos errores y tomamos malas decisiones. 

“El triunfo de la estupidez”, editado por Jean Francois Marmion, nos invita a la reflexión y a la crítica de lo que pasa en una sociedad donde la cultura del espectáculo define lo político y lo social.

En casi 350 páginas en “El triunfo de la estupidez”, se pone especial atención en aquellos que van por la vida haciéndose pasar por listos.

Donde el que hable más fuerte y con más convicción y pasión, será quien tiene más cosas que decir y será el que más audición tenga compitiendo con los imbéciles donde las necedades, se defienden con honor y estoicismo a pesar de saberse en el error.

Así entonces los imbéciles tienen que encontrar la forma de distinguirse de los otros imbéciles. Así surge “el fenómeno más perturbador de la estupidez: tratar de hacerse pasar por inteligencia”. 

Muy seguro de lo que se dice, el idiota presenta sus estupideces como perlas de sabiduría, observaciones inéditas de increíble profundad, fruto de intensa reflexión, y obviamente quiere que lo tomen con la mayor seriedad”, pero en el fondo tiene otras intenciones.

Con claridad se sostiene que “las molestias que produce la estupidez son infinitas, desde el simple faroleo que consiste en hacer como si se dijera algo nuevo o interesante, o incluso una idea radical y prodigiosamente audaz, hasta el fariseísmo, esa forma de practicar la virtud con el único fin de ser virtuoso y, sobre todo, de darlo a notar…”

La estupidez es inevitable pues somos seres humanos. Nuestras estupideces son obra nuestra, y la forma en que reaccionamos a ellas también sostiene Stacey Callahan, profesora de psicología clínica y psicopatología. 

Sin embargo el denominador común es el elemento inherente del error, el cual siempre invita a la reflexión de corregir y aceptar la falta. Bien desde la responsabilidad o desde un examen de conciencia a profundidad.

El problema está en que la arrogancia, la soberbia, el narcisismo y un egoísmo tan grande como la Torre Latino o el Arco Cabeño, nubla a quienes con frecuencia en una posición de autoridad y de poder, se apartan de la realidad y del contexto. 

Se vuelvan grandes estúpidos. 

En la política y en el ejercicio del poder esto se da mucho, sobre todo a través del fenómeno “hybris” que no es otra cosa que subirse al ladrillito, pero esa, esa es otra historia.

¿El triunfo de la estupidez? 

Por ahora me conformo en recomendar esta excelente obra cuyos ensayos nos ayudan a esclarecer desde una crítica acida y fuerte lo que de manera inexplicable a veces nos resulta difícil entender pero necesaria, para defender la verdad y la justicia por encima de todo, incluyendo a los estúpidos e imbéciles.


@cuauhtecarmona

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