Cualquier transformación implica cambiar con los signos y significados del pasado.
Nadie podría hablar de cambio en México sin tomar en cuenta al INE.
Una institución en crisis que la mayoría de sus integrantes encabezados por Lorenzo Córdova están defendiendo con uñas y garras ante la propuesta de reforma de una institución en crisis donde la autonomía en duda y, el respaldo al viejo régimen han sido la característica en los últimos años.
Hábilmente la oposición se ha escudado en el INE para atacar y menospreciar la transformación de la vida política nacional.
Nada más inútil e innecesario cuando el partido de AMLO (MORENA), sigue ganando elecciones y se perfila a catapultar al viejo régimen (PRI), en las próximas elecciones en el Estado de México y Coahuila como últimos bastiónes del partido tricolor.
El último reducto de “sacralidad” que le quedaba al INE terminó cuando quiso posponer la consulta de revocación de mandato. Su consigna ha sido clara:
Enfrentarse a la cuarta transformación y a todo lo que huela a las iniciativas del presidente Andrés Manuel López Obrador.
La marcha donde se convocó a defender el INE resultó ser una marcha contra la 4T. Sus defensores han sido los más exquisitos y vacas sagradas del PRI.
Algunos defenestrados como la Maestra Elba Esther Gordillo, otros impostores y corruptos como Roberto Madrazo y los más disimulados como el ex rector José Narro Robles desfilaron cual arlequines a favor del INE.
La defensa que se convirtió en respaldo y endose contra las consignas y ataques para la cuarta transformación provocó que la discusión entre quienes estamos con los cambios impulsados por el Presidente y aquellos que lo atacan, se acentúan con claridad donde no hay espacio para los grises.
O es negro o es blanco y lo celebro que así sea pues estamos en momentos definitorios donde no hay espacio para la hipocresía o nadar de a muertito.
No me imagino a los revolucionarios del pensamiento social -a propósito del día de la revolución mexicana-, bailando en el Castillo de Chapultepec con los aristócratas y burgueses que defendían el clasismo y racismo donde los indígenas no tenían derecho a sobresalir y menos a incursionar en la política.
De la burla estoy seguro no escapaban pues prefieren morir de rodillas que atender la voluntad del pueblo. Y siguen por desgracia y son una minoría entre las minorías.
¿Recuerda usted cuando Lorenzo Córdova se burló de una comunidad indígena? Vale la pena recordar el episodio: “No mames, cabrón: es que desde las dramáticas reuniones con los padres de Ayotzinapa hasta esto, había un mundo.
No voy a mentir. Te voy a decir cómo hablaba ese cabrón: 'Quiobo, jefe gran nación chichimeca. Vengo Guanajuato. Yo decir a ti, o diputados para nosotros o yo no permitir tus elecciones”.
Las opiniones se vuelven claras y divergentes hacia polos de distribución o intensidad donde la pasión nos vuelve extremos.
Todos los mexicanos vivimos la polarización y el lenguaje como forma definitoria de participar en política en cualquier espacio donde las redes sociales se convierten en verdaderos rines de lucha.
La defensa del INE concentra a quienes están contra la transformación y la transformación llegó para quedarse. Muy posiblemente a ritmo de cumbia y banda aunque a muchos les retuerza…