El atentado contra Donald Trump revela sin duda el espejo de una sociedad en decadencia y por otro lado su personalidad ególatra y narcisista que lo coloca como el preferido para regresar a la presidencia de los EEUU.
Después del atentado fallido (por fortuna), hay cientos de imágenes donde levanta la mano en son de victoria.
Su conducta narcisista no pasa desapercibida…
Dworkin, gran teórico del derecho norteamericano sobre una sociedad llena de odios, racismo, clasismo, desigualdad y un largo etcétera apuntaba: “Nuestra política más bien es una forma de guerra”.
El atentado contra Trump del pasado sábado nos revela una sociedad patológicamente enferma, donde su protagonista rebasa cualquier ego llevándolos al narcisismo patológico.
Y ¿Qué entendemos por narcisismo inmerso en la política y en los políticos?
El narcisismo como una manifestación patológica de la conducta-según los expertos-, atrapa a quienes han tenido una niñez y adolescencia llena de carencias.
Por eso tienden a la grandiosidad y necesidad de apreciación.
Son ególatras, megalómanos, apáticos y patéticos entre otras calamidades donde las sociedades no son ajenas tomando en cuenta que las conductas sociales, tienen su base en la individualidad de las personas.
La colectividad condiciona…
El narcisista entonces en la esfera pública y política va a contagiar al espacio donde interactúa. Gordon Allport, estudioso de la personalidad clarifica este punto:
“Por ser un fenómeno universal (la personalidad), debe estudiarla la ciencia, pero no puede hacerlo correctamente si no penetra en la individualidad de la configuración.
Éste es el gran dilema”. Falta mucho por entender a los norteamericanos en su forma de hacer política, pero no me cabe duda que son parte del espejo que como sociedad proyectan.
Marie-France Hirigoyen (psiquiatra y psicoanalista), me recuerda a Trump y a muchos de sus simpatizantes con un grado de egocentrismo en un extraordinario libro cuyo título:
Los narcisos han tomado el poder, muestra como en un mundo competitivo donde el neoliberalismo está en crisis hay que comprenderlos (a los narcisos), como un fenómeno social y cultural que influyen en todo lo que hacemos y somos.
Pone de ejemplo a Donald Trump como un individuo con una patología narcisista digna de estudio y porque no decirlo, espejo de una sociedad.
¡Esta reflexión es reveladora!
En México no estamos exentos de estas realidades que son parte del comportamiento social, sin embargo se desdibujan a pesar de que trataron de normalizarlas como fenómeno cultural (EPN). Entre los priistas se da mucho.
Muy fanfarrones diría el presidente Andrés Manuel López Obrador. En la Península de Baja California Sur les dicen panocheros…
El atentado del pasado sábado contra un candidato a la presidencia del país más poderoso del mundo, nos revela que la democracia sigue estando inacabada con nuestros vecinos y que antes de dar ejemplo de vida social, tienen que hacerse grandes introspecciones de conducta y de personalidad.
Lo más estrafalario, egocéntrico y narcisista de los políticos les apasiona y los mueven al grado tal, de convertir a Trump nuevamente en presidente de los Estados Unidos de Norteamérica. Muy revelador.
Por fortuna no le paso nada, su mano triunfadora así lo reveló…