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Las guanajuatenses

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Durante el primer semestre del año fueron asesinadas 171 mujeres en Guanajuato, sin embargo, solo 10 de estos casos fueron tipificados como feminicidio —que no es lo mismo—, según datos del Grupo de Madres Solteras.

Con estos números el estado ocupó el primer lugar en muertes de mujeres en el país, y aunque no todos los casos pueden ser clasificados como violencia de género, sí que debe ponernos en alerta a todos; por lo pronto, el Instituto para las Mujeres Guanajuatenses (IMUG) afirmó que no es necesario emitir una alerta al respecto.

Yo no estoy de acuerdo.

Si solo tomamos en cuenta los feminicidios —que de ninguna manera pretendo minimizar— para decidir si en el estado se requiere una alerta de este tipo o no, me parece que nos quedaríamos cortos y no queremos voltear a ver nuestro contexto completo, evadimos la realidad, como se hace con muchos otros aspectos.

Todos conocemos un caso de alguna mujer que fue golpeada, a la que mantienen con violencia psicológica, a la que tratan como instrumento de limpieza, a la que violaron, a la que acosaron, y un largo etcétera; en nuestras familias los casos no faltan, entre nuestras amigas o compañeras de trabajo, incluso alguno de nosotros ha participado —por constructo social o decidiendo hacerlo o como quieran llamarlo— de una de las múltiples formas de violencia, y ¡no me vengan con que no!

Y no crea que este pretende ser un texto feminista, apoyo el movimiento —con críticas en algunas situaciones—, pero yo no soy feminista —no explicaré aquí los porqués, tal vez en otro texto—.

Sin embargo, los casos trascienden seguir el movimiento, esto no se trata de ser o no feminista, hay gente muriendo, sufriendo, agonizando, algo que las instituciones gubernamentales parecen no entender, necesitan números para poder levantarse el cuello y darle importancia. Situación insostenible.

¿Y toda esta perorata a dónde va?

Las políticas gubernamentales ahora pretenden mostrar una cara a favor de la equidad de género, los partidos tienen la obligación —sí, obligación— de tener un mismo número de candidatos y candidatas para que no los multen, estas pasadas elecciones en Guanajuato también siguieron esta regla, pero ojo: que vayan por mitad no significa que haya paridad. Hubo un caso en el que a una candidata su marido la bajó a golpes del puesto, porque no quiso que compitiera.

Si a los partidos les interesara de verdad la paridad habrían actuado, ¿no cree? Así hubo otros casos.

Sin embargo este año en Guanajuato fueron unas elecciones históricas. Por primera vez hay 13 alcaldías lideradas por mujeres —aunque una llegó por el asesinato de su esposo, que era el candidato oficial—; entre esos municipios está Celaya y Salamanca, dos de las ciudades más importantes en el estado: 13 de 46.

Hay una voz levantándose en el estado, ya también lo vimos con el movimiento de Las Libres y las estudiantes de la Universidad de Guanajuato, quienes sin miedo acusaron a vacas sagradas de la institución de acoso.

Es un largo camino el que hay que recorrer, un camino que deberán transitar las guanajuatenses con la frente en alto y con los pies sangrando por las espinas que se encontrarán a cada tramo.

Hay muchas cosas que se pueden criticar de los movimientos feministas, tantas como en todas las revoluciones, pero, como ya lo dije, la situación sobrepasa la teoría.



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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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