Apreciable lector, lectora, es esta ocasión de honor para mí por la oportunidad de compartir algunas reflexiones desde este espacio que, amablemente, me ha confiado Milenio. Mi único objetivo es que, además de que sean líneas de interés, inviten a iniciar la conversación en torno a diferentes temas. En esta primera entrega me voy a permitir presentarme, pues estoy convencida de que es esencial conocer a nuestro interlocutor en una charla; así que mi primer intención, es dejar un canal abierto para el intercambio de ideas.
Soy abogada de profesión, estudiante empedernida, PANista por convicción, orgullosamente leonesa, apasionada de la lectura y fan del rock. He tenido la oportunidad de participar en diferentes campañas y en mi partido de diferentes formas y, ya de muy pequeña, mis padres me enseñaron que debía responsabilizarme de mis actos, de mis decisiones y de mi entorno. Son ellos, mi papá y mi mamá, ejemplo vivo de trabajo permanente en la construcción de una sociedad más próspera y armónica, son inspiración y guía en mi andar como persona, como mujer y como mexicana. Tengo una hermana más joven a quien admiro por su resolución y consistencia. Soy esposa de un compañero de vida que comparte conmigo los ideales de Acción Nacional, madre de dos varones de quienes cada día aprendo más y a quienes habremos de educar bien en beneficio de la sociedad. Actualmente, soy diputada local en el Congreso del Estado de Guanajuato. Represento al distrito VI de León por segunda ocasión. Presido la comisión de Justicia y represento al Poder Legislativo en la Comisión Estatal para la Evaluación y Consolidación del Sistema Penal. Con esta breve reseña de quién es quien escribe estas líneas, manifiesto mi disposición siempre a la escucha y a la promoción de la participación activa de la sociedad en una democracia como la que en Guanajuato tenemos. Ha sido, sin duda alguna, la participación decidida de mujeres y hombres, la que ha marcado la diferencia en nuestro estado en las últimas tres décadas. Guanajuato no es lo que era en los ochentas. Recuerdo un León, por ejemplo, polvoriento y gris… y de pronto, conforme fui creciendo, descubrí una ciudad en que la industria del calzado y la curtiduría era una tradición próspera, pero que requería de diversificación. Y llegaron gobiernos emanados del PAN avalados por la sociedad, gobiernos en los que su intervención fue lo estrictamente necesario y la sociedad fue y ha sido el artífice del destino de la ciudad, administraciones que permitieron que nuestra ciudad se fuera expandiendo, transformando y reinventando hasta ser lo que hoy es: una ciudad en constante crecimiento y con muchos retos por afrontar, una ciudad cuyos habitantes se comprometen y buscan los medios para potencializar sus comunidades, un municipio donde la voz ciudadana se hace oír desde las urnas hasta la intervención en el presupuesto participativo. En León y en Guanajuato, todos los días hacemos política desde nuestros diferentes ámbitos de desarrollo: la escuela, el hogar, el trabajo, la colonia, la fiesta, y ahí, en el diálogo cotidiano, pensamos en cómo estamos y hacia dónde queremos ir.
Con esta convicción como norte y poniendo al centro de toda acción a la persona, hemos avanzado en Guanajuato poniendo el nombre de nuestro estado en el radar internacional como destino turístico, de inversión y de estadía. El siguiente reto es llevar a Guanajuato al mundo y, para ello, las generaciones que vienen serán el principal actor, por lo que hoy, tenemos la alta encomienda de generar en nuestros jóvenes la conciencia de la responsabilidad que tienen para seguir forjando un gran estado.
Cristina Márquez