Tener el hábito de la lectura como esparcimiento y placer es una elección de vida.
La construcción de lectores puede ser diversa. Puede ser a partir de un hábito inculcado desde el hogar; puede iniciar desde las aulas o a través de la convivencia o experiencia de vida.
El reducido número de lectores no es un asunto exclusivo de México. En todos los países, aun en los más avanzados, habrá quienes no tienen por hábito la lectura porque no quieren, porque no les interesa o porque no les gusta.
En la etapa formativa el fomento a la lectura es una responsabilidad institucional y familiar. Pero la permanencia del hábito en un individuo, con capacidad de elección y selección, será siempre una responsabilidad personal.
Se aplauden y se celebran todos y cada uno de los esfuerzos por generar públicos lectores.
Hace unos días fue presentada la Estrategia de Lectura del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador y su esposa, la doctora Beatriz Gutiérrez Müller.
Una estrategia que aborda el carácter formativo, el convincente (para que se fomente el hábito como forma de vida) y la posibilidad de allegar del material para la lectura a quienes aún no han encontrado el mundo de las letras.
Bienvenido todo esfuerzo para crear lectores. Pero no hay que perder de vista que el hábito de la lectura –más allá del deber escolar- siempre será acto de voluntad, una selección de contenidos literarios en libertad y una elección de vida.
Ha de celebrarse además los esfuerzos de promoción que de manera espontánea surgen en las redes sociales donde se está presentando un fenómeno importante para la literatura, ya que las editoriales, los escritores, los críticos, los periodistas y los lectores comunes se encuentra generando contenidos literarios que impactan y se viralizan a favor de la lectura.
Leamos.