En todos los ámbitos de desarrollo y socialización, pero principalmente dentro de la familia, a las mujeres se les identifica con labores de cuidado, tanto de los hijos como de los demás integrantes de la familia. Esta tarea, que es la vez un valor social, es una de las bases de la cohesión social. Es en este procurar del bienestar de la familia, en donde los individuos comienzan a generar un sentido de pertenencia, otra dimensión central de la cohesión social.
En algunos países, como Colombia, que han vivido periodos de extrema violencia, han sido las mujeres y sus organizaciones quienes han insistido en la humanización del conflicto y en la resolución pacífica de los conflictos.
Los roles y los estereotipos de género se configuran a partir se sistemas de valores específicos. En la mayor parte de nuestras sociedades, los hombres se han relacionado con la guerra, mientras que a la mujer se la ha dado el rol de cuidadora que le ha permitido desarrollar una valoración de la vida humana distinta de la que la que tiene el hombre.
Esta valoración también ha propiciado que las mujeres, en muchas partes del mundo, sean protagonistas y principales promotoras de la paz. Respecto a la resolución pacífica de los conflictos, la científica española Carmen Magallón Portolés señala que “a menudo son las primeras en arriesgarse e iniciar el diálogo entre comunidades divididas, cruzando las fronteras psicológicas y materiales y haciendo posible avanzar hacia la reconciliación”, por lo que juegan un papel de mediadoras dentro de sus familias y de sus comunidades.
A pesar de que las mujeres mexicanas se han ido incorporando cada vez más a diversas actividades productivas, además de las tareas domésticas, y han ido ganando batallas para participar en espacios públicos y políticos, la administración y cuidado del hogar sigue estando en sus manos.
El tiempo que la mujer invierte en el cuidado de su casa y su familia le permite pasar más tiempo en el barrio y convivir más con los miembros de la comunidad, lo que, a su vez, contribuye a que la mujer conozca de una mejor y más profunda forma su entorno, a sus vecinos y las relaciones sociales que se dan dentro de un territorio determinado. Este conocimiento ha impulsado la generación de redes de mujeres para el restablecimiento del tejido social y el fortalecimiento de la cohesión comunitaria.
Las redes de mujeres para la prevención de la violencia con un enfoque de cohesión social, han sido una de las grandes apuestas de las políticas públicas preventivas que instancias internacionales, como la Organización de las Naciones Unidas, han promovido desde hace poco más de una década.
La cohesión social pone el acento en las buenas relaciones y la protección y cuidado de las personas, generadas desde el interior de la familia, primariamente por las mujeres. Es por ello que las mujeres son las protagonistas del fortalecimiento de la cohesión social de sus barrios y comunidades.
Carolina Monroy