El académico y político alemán-estadounidense Herbert J. Spiro quien estudió el tema de la responsabilidad del Gobierno sostiene que gran parte de los que pasa a los seres humanos no se debe a decisiones, sino a una “concurrencia de causas naturales”, y que gran parte de lo que les pasa a consecuencias de decisiones humanas no es producto de las decisiones propias, sino de las de los demás. Afirma, la autoridad es una especie de “aditamento” que nos inclina a aceptar la política relativa a nuestro destino, aunque esté elaborado por otro. ¿Qué es lo que da autoridad a la política? Este autor dice que a esta pregunta pueden dársele muchas respuestas y pone varios ejemplos, su respuesta más peculiar se refiere a la autoridad de los policías desarmados de Inglaterra (los Bobbies) cuyas decisiones –para él- tienen autoridad no tanto por su nombramiento gubernamental o atribuciones legales sino “por su manera de comportarse y por sus uniformes”.
Carl J. Friedrich rechaza el uso de la palabra “autoridad” para designar cualquier tipo de poder, señala que autoridad es una cualidad de la comunicación más bien que de las personas, y cuando habla de la autoridad de una persona, emplea una expresión abreviada para indicar que posee la capacidad de enviar mensajes autorizados, que es lo que él entiende por “comunicaciones”, y que la capacidad de comunicar con autoridad, o sea, de ampliar lo que está siendo comunicado de forma que lo entiendan los destinatarios, tiene una relación vital con los fenómenos del poder. Pero en la realidad es indiscutible que esta capacidad siempre da poder al que tiene autoridad, y por tanto, la autoridad es una de las fuentes del poder.
Más allá si la autoridad es una fuente del poder, o si es una cualidad de comunicación, o si proviene de la manera de comportarse, lo cierto es que los funcionarios que han sido electos para cargos de responsabilidad en el gobierno son parte del poder del Estado, por lo que son reconocidos como autoridades sin que muchas veces ejerzan autoridad.
Nada ejemplifica mejor la diferencia entre poder y autoridad que lo que sucede en Venezuela, es indudable que Maduro tiene poder pero no tiene autoridad, mientras que Guaidó, con sus mensajes, y sobre todo con sus hechos heroicos, ha ganado autoridad ante el mundo y seguramente legitimidad ante los venezolanos.
En la teoría política se dice que hacer política quiere decir tomar decisiones respecto al reconocimiento de los problemas que hay que afrontar, priorizarlos, establecer un orden, formular las cuestiones planteadas por esos problemas y definir la puesta en práctica de la política resultante, además se debe tener en cuenta que la mayor parte de la política se refiere a los medios conducentes a un fin, no al fin en sí.
El saqueo de manera impune de combustible, la obstrucción de vías férreas durante varios días sin que nadie intente despejarlas, los más de 3,000 incidentes (casi diez al día) de intentos o robos consumados que se reportaron durante el 2018 a trenes de mercancías, las marchas que ahorcan la circulación en diversas ciudades, el ingreso de miles de migrantes centroamericanos cruzando la frontera sur sin ninguna revisión son hechos que demuestran la falta de autoridad de los gobernantes, la ineficacia de gobiernos municipales, estatales y federal, la debilidad del poder público, y dibujan una nación sin orden.
Pretender excusar esas acciones criminales en aras de la libertad, del libre ejercicio de derechos, de que no se quiere reprimir al pueblo, que no se quiere “apagar el fuego con fuego” o que son toleradas porque quienes las cometen son pobres no justifica la inacción para prevenir, evitar o sancionar esos hechos delictivos que están destruyendo la vida social y poniendo en entredicho la autoridad de los gobernantes y el poder del Estado.
Aun cuando el presidente López Obrador concentra enorme poder todavía no se gana la autoridad, los 30 millones de votos que obtuvo, repetir un día y otro sus buenas intenciones, decir que hace y “hacer como que hace” no basta para ganar autoridad; la autoridad se gana tomando decisiones acertadas, resolviendo problemas y ejecutando acciones efectivas para recuperar libertad, orden y justicia.
Tampoco es suficiente un discurso voluntarista, personalista, paternalista y egocéntrico, menos confrontándose con quienes no coinciden con él o se atreven a rebatirlo, las expresiones despectivas con las que se ha referido al gobernador de Jalisco son una muestra de autoritarismo, no de autoridad.
La autoridad no se obtiene fingiendo ser buena persona, simulando una cierta superioridad moral, denostando permanentemente a los adversarios o desdeñando a los que piensan mejor que él. Un viejo apotegma dice: “Si el hombre es sabio que nos enseñe, si es justo y recto que nos gobierne, y si es bueno… que rece por nosotros”.
Autoridad
- Al Derecho
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Carlos A. Sepúlveda Valle
Jalisco /