El ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación Juan Luis González Alcántara Carrancá fue propuesto por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador a unos días de haber tomado posesión.
Sustituyó a José Ramón Cossío. Apenas incorporándose a la Corte fue votado para presidir la primera sala de la Corte. Su trayectoria es una rica combinación entre lo académico y su vida profesional como abogado y como juez.
Vale la pena presentarlo, porque su discreción ha hecho que no se le conozca mucho y eso se terminará en esos días, puede ser que cuando usted esté leyendo esto ya haya sido vapuleado en la mañanera… por quien lo propuso.
El ministro hizo público su proyecto respecto a la acción de inconstitucionalidad presentada por legisladores de oposición en relación con la transferencia de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional. Y el ministro dice que no, que eso no se puede porque, pues hay Constitución.
Va un párrafo nada más del largo y claro proyecto: “Pues bien, de la jurisprudencia interamericana, de los precedentes más recientes de este Tribunal Pleno y del texto constitucional se extrae que la fuerza armada permanente sólo puede realizar tareas de seguridad pública en contextos de estricta excepcionalidad. Su participación debe estar regida por la absoluta necesidad y, por lo tanto, no puede ser permanente. Para tal fin, la rendición de cuentas y la revisión periódica juegan un papel fundamental: su actuación debe ser en todo momento fiscalizada. Además, la fuerza armada solamente puede actuar de manera subordinada y complementaria a las instituciones de seguridad pública y a sus titulares. Finalmente, para que estas salvaguardas sean efectivas, la actuación militar debe estar regulada”.
No hay que ser clarividente para ver lo que vendrá.
La Secretaría de la Defensa es intocable en este sexenio como lo ha vuelto a mostrar el caso de Nuevo Laredo, si acaso, unos cuantos elementos mal portados y asesinos, nada más; y es la Sedena en la que el presidente ha depositado todas sus fichas para combatir la seguridad.
Está el presidente que de por sí anda caliente contra la SCJN desde que su amigo Arturo Zaldívar no la preside —después de un esfuerzo fracasado para alargar su periodo—.
La presión no será poca.
Veremos cómo l@s minist@s quieren pasar a la historia. Si se visten de verde, para vestir de verde al país.