En siete días, el próximo lunes, se cumplirá un aniversario más de la noche de Iguala, aquella en la que desaparecieron los 43 jóvenes normalistas y de los que desde entonces no sabemos nada, con excepción de tres de ellos de los que se han encontrado pequeños fragmentos de hueso que han sido identificados.
El más reciente informe de la Comisión que encabeza el subsecretario de Gobernación, Alejandro Encinas, quiso, en términos de tiempos, anticiparse a las movilizaciones que seguramente veremos en estos días y que se intensificarán en la semana.
Las acciones institucionales después de presentado el informe tampoco ayudarán. Sobre todo, la decisión del juez Samuel Ventura Ramos de desechar el proceso contra el ex alcalde de Iguala, José Luis Abarca por lo sucedido aquella noche así como contra 19 acusados más, incluidos 11 policías municipales.
Es cierto que la decisión del juez tiene mucho más que ver con el desastre creado por la antigua Seido con una carpeta mal integrada y con las acusaciones equivocadas como desde entonces señalaron los padres de los normalistas y las organizaciones que los acompañan y es cierto también que la Unidad Especial de Investigación y Litigación para el caso Ayotzinapa tiene una investigación abierta en contra de Abarca por los presuntos crímenes correctos. Pero también es cierto que ese proceso lleva cuatro años, tiempo suficiente, uno supone, para arreglar aquel desastre. Poco sabemos de lo que la UEILCA ha hecho porque de su titular, Omar Gómez Trejo, no sabemos nada.
Tampoco ha ayudado que la fiscalía hizo todo un show mediático en la detención de Jesús Murillo Karam, ex procurador general de la República quien, por cierto, no estaba en Iguala aquella noche y ha tratado con algodones y silencio ensordecedor la detención — ¿sí hubo detención?— del general brigadier José Rodríguez Pérez, en aquel tiempo coronel del 27 batallón de infantería, lo que quiere decir que él sí estaba ahí. Así como la supuesta detención de otros miembros de las fuerzas armadas. El jueves pasado, las organizaciones que han acompañado a los padres dijeron con toda claridad que ellos no saben la extensión de esas acusaciones porque nadie las ha compartido. Algo similar pasa con el silencio del GIEI.
Así llegamos a un aniversario más de aquella tragedia. Pocas respuestas a las preguntas fundamentales: qué pasó y dónde están.
Carlos Puig
@puigcarlos