Los números del gobierno de Estados Unidos para octubre y noviembre del año pasado de “encuentros” con migrantes sin documentos en la frontera norte mexicana son los mayores en muchos años. Arriba de doscientos mil por mes.
En las últimas semanas, decisiones judiciales en Estados Unidos han conservado la política que mantiene a buena parte de esos migrantes en territorio mexicano. Se acumulan en ciudades fronterizas los campamentos en donde se vive de manera inhumana ya que los albergues están a reventar.
Nada indica que las situaciones económicas, de seguridad o políticas de los países expulsores en nuestro continente —incluido México, por supuesto— vayan a cambiar mucho en el año que arranca por lo que seguramente las cifras continuarán siendo las que son, si no que mayores.
En unos días se reunirán en México los presidentes de Estados Unidos, Canadá y México; y el evento incluirá una reunión bilateral entre Andrés Manuel López Obrador y Joseph Biden.
El presidente mexicano ha anunciado que lo que quiere de esa reunión es plantear un proyecto de altos vuelos para extender algo así como el acuerdo comercial que hoy existe entre los tres países al resto del continente aumentándole transferencias y ayudas a los países más pobres de la región. Al presidente mexicano le gusta poner como ejemplo la política del buen vecino de Roosevelt y la Alianza para el Progreso de Kennedy.
Pienso que nadie debe hacerse muchas ilusiones.
El presidente Biden está en el segundo tramo de su presidencia, frente a una derecha que ha basado su carrera hacia la Casa Blanca desde Trump y ahora con personajes como Ron DeSantis, de Florida, o el gobernador de Texas, Abbott, en el asunto migratorio. Además, el tema del fentanilo y sus efectos en la población estadounidense ya trae magnitudes de epidemia y los ojos estadounidenses están puestos en los cárteles mexicanos que se han convertido en los principales proveedores de la droga al mercado del norte.
Eso serán los temas prioritarios para Estados Unidos.
De eso se han tratado las reuniones previas, más allá de la propuesta que seguramente escucharemos en alguna mañanera, y de eso se tratarán las reuniones que importen.
En público, por supuesto, escucharemos todo tipo de elogios y buena voluntad y mucha palabrería.
El problema es que los otros asuntos: migración, drogas, armas; seguirán ahí. Y nadie parece tener voluntad en hacer demasiado al respecto.
Carlos Puig
@puigcarlos