Soy chilango. Siempre he pensado que buena parte del éxito de Andrés Manuel López Obrador como jefe de Gobierno de Ciudad de México, lo que lo proyectó y dio aquel resultado en la presidencial de 2006, tuvo que ver con inversión y soluciones al caos que se encontró la oposición cuando llegó a gobernar la capital en 1997. Cuauhtémoc Cárdenas solo lo fue dos años sin mucho que poder hacer.
Entendió que parte del caos de la ciudad tenía que ver, por ejemplo, con el transporte. Construyó la primera parte de los segundos pisos, creó el Metrobús, le dio mantenimientos a avenidas que hacía lustros no se mantenían, entre otras cosas, porque el PRI sabía que la ciudad hace mucho no era de ellos. Invirtió en proyectos de vivienda que después de años del temblor del 85 se habían abandonado. Marcelo Ebrard siguió con los segundos pisos —ahora a costo del usuario por el castigo federal en el dinero—, amplió e hizo más rutas de Metrobús, una nueva línea del Metro y algo invirtió en el problema del agua. No suficiente.
Desde entonces no hemos tenido un proyecto de infraestructura que en verdad comience a solucionar los problemas de la ciudad, que son muchos y cada vez son peores. La hoy Presidenta llegó ya con aquello de la austeridad y más se complicó con la caída del Metro y la necesaria renovación de la Línea 1. El tren a Santa Fe, que ayudará mucho a los miles que diario se trasladan ahí, no se ha concluido.
Hoy el Metro está abarrotado y sin mantenimiento y la austeridad republicana junto con la falta del dinero hacen inimaginable una nueva línea. Las más efectivas líneas de Metrobús están ya a capacidad.
En Estado de México nunca han querido lidiar con los monopólicos líderes transportistas que traen y llevan a millones de personas a trabajar todos los días en condiciones cada vez más catastróficas. Y claro, el problema del agua.
Vivimos en una ciudad que se hunde y para la que es carísimo traer agua para el consumo de quienes aquí vivimos. Ahora con el cambio climático solo será peor. Hace un año la crisis de la falta de agua, este es porque la lluvia nos ahoga cada verano.
La ciudad, siempre dependiente del gobierno federal, no tiene el dinero para construir las obras de infraestructura profunda que se deberían construir para al menos dar esperanza a la capital y los capitalinos.
Será por eso por lo que hace parques y organiza conciertos en el Zócalo que no están mal. El problema es que pronto la gente no podrá llegar o estarán inundados.