No hay manera, no hay relación ninguna entre el fentanilo —su producción, tráfico y consumo— y la producción y exportación de maquinaria, teléfonos, cables, automóviles y autopartes o aguacates. Nada.
Este invento trumpista en el que insiste sin parar es solo una trampa que pronto podría afectar al propio inventor. Es pura política de estos tiempos: yo tengo una solución para un problema. No importa que la solución propuesta por un presidente no tenga nada que ver con la solución del problema. De eso algo sabemos en este lado de la frontera.
No hay mucho que agregar a lo que vienen diciendo hace semanas los economistas y, desde ayer, los mercados sobre los efectos que en la vida diaria de toda la región—la inflación, el empleo, el crecimiento— tendrá la decisión de Trump contra México y Canadá.
No es gratuito que hasta los republicanos ayer reaccionaban a los aranceles apoyando a Trump, pero advirtiendo que esperaban, que estaban seguros de que serían temporales porque, según ellos —no se rían— esto traerá mejores resultados en la llegada y consumo de fentanilo en Estados Unidos, como si algo tuviera que ver una cosa con la otra.
Las cámaras empresariales de Estados Unidos reaccionaron preocupadas, así como las organizaciones mexicanas y canadienses, no se diga el gobierno de Justin Trudeau. No es que algo de eso le preocupe a Trump… aún.
La única reacción de apoyo completo vino del sindicato United Automobile Workers, uno de los más poderosos en aquel país, que elogió los nuevos aranceles como “un paso en la dirección correcta para ayudar a los trabajadores”. En un comunicado, el sindicato dijo que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y su sucesor, el T-MEC, han causado durante décadas pérdidas de empleos a medida que las empresas trasladaban la producción a México y otros países.
“Los aranceles son una herramienta poderosa en la caja de herramientas para deshacer la injusticia de los acuerdos comerciales antitrabajadores”, dijo el sindicato. “Nos alegra ver a un presidente estadunidense tomar medidas agresivas para poner fin al desastre del libre comercio que ha caído como una bomba sobre la clase trabajadora”.
Tres décadas después, no será sencillo desmontar el aparato industrial que se construyó como región.
Habrá que ver si con inflación, menos crecimiento, caída de la bolsa, fentanilo en sus calles no le sale mal en términos políticos la apuesta a Trump y sus republicanos.
Mientras tanto, a amarrarnos los cinturones porque la cosa no se pondrá bien para nadie.