Son muy ingenuos los que piensan que las crisis sirven para impulsar grandes transformaciones en los sistemas políticos; que son momentos para la innovación. Muchas organizaciones, como las empresas y las universidades, deberán transformarse para sobrevivir y seguir siendo relevantes, pero no sucede así con los países.
Por el contrario, generalmente los gobiernos usan las crisis para profundizar sus agendas previas. El populista-autoritario avanzará más rápido en concentrar el poder, mientras que el demócrata-liberal buscará profundizar los mecanismos de participación social y de colaboración internacional.
Las crisis suelen generar transformaciones en el mediano plazo(con las elecciones), pero en lo inmediato profundizan las filias y las fobias de sus gobernantes. Como lo afirma Dani Rodrik, “los países [y sus líderes] se vuelven exageraciones de sí mismos.”
Un ejemplo de lo anterior es China que, una vez superada la etapa crítica de su emergencia sanitaria, retoma de manera aun más agresiva su agenda hegemónica global. Se fortalece la nueva Ruta de la Seda.
Estados Unidos ha dejado vacante el papel de líder mundial para enfrentar la pandemia y China lo está asumiendo. Es dramático ver a la superpotencia norteamericana suplicando por ventiladores en los mercados internacionales, mientras China se consolida como el gran proveedor global de insumos. Mientras EEUU le suspende el financiamiento a la Organización Mundial de la Salud (OMS), China la acoge y se las ha arreglado para que ésta hable bien de sus políticas sanitarias.
China está utilizando la crisis para mejorar su imagen global, a través del poder suave. Así, Beijing se convirtió en el principal donante para ayudar a combatir la pandemia. Ha enviado millones de insumos médicos –entre pruebas, mascarillas, ventiladores, etc.– a una gran número de países.
Llama la atención quiénes son los nuevos receptores de ayuda: Canadá, Francia, Italia, España y Holanda. En América Latina el apoyo ha sido significativo para México, Argentina y Venezuela. Decía Milton Friedman que no hay tal cosa como el “lonche gratuito”. Más adelante vendrá el cobro chino y no saldrá barato.