Estas vacaciones leí el libro de David Sanger El arma perfecta: Guerra, sabotaje, y miedo en la era cibernética. Es una obra de periodismo de investigación, pero te envuelve como la mejor novela de suspenso y espionaje. Para un inexperto, pero entusiasta de la tecnología como yo, este libro fue revelador. Si pudiera describir con una frase mis conclusiones, ésta sería: El mundo es mucho más inseguro ahora, con las armas cibernéticas, que lo que era con las armas nucleares. La combinación de ambas puede ser catastrófica.
Con las armas nucleares hay equilibrios fuertes, ya que ningún país quiere usarlas porque el resultado último sería la mutua aniquilación total (¡qué mejor desincentivo para no apretar el botón!).
Con las armas cibernéticas el juego es totalmente distinto, no hay aún tales equilibrios. Se pueden usar, causar daños mayúsculos a una nación, y negar la responsabilidad (deniability).
¿A quién se castiga si un grupo de hackers rusos ataca las instalaciones eléctricas de Nueva York, desde un garaje en Alemania? A menos que se compruebe que el Kremlin estuvo detrás, lo cual sería muy complicado, el asunto queda como vandalismo/terrorismo cibernético.
Tampoco hay reglas claras de cómo y cuándo son permitidas como mecanismos de ataque o de prevención. No hay pues Convenciones de Ginebra para el desarrollo de guerras cibernéticas, y éstas están ocurriendo todo el tiempo, de baja intensidad, pero con peligros latentes de escalada.
Son armas “perfectas” porque son baratas, fáciles de esconder, y es muy difícil asegurar quién fue el responsable. Los países que han desarrollado de manera más rápida sus arsenales cibernéticos son Rusia, Irán y Corea del Norte. Ese es el problema.
Según Sanger, uno de los principales riesgos para la estabilidad global este año serán las elecciones presidenciales de EEUU. Lo que sucedió en 2016 con la elección de Trump será un juego de niños comparado con lo que los rusos seguramente intentarán hacer en 2020.
El arma cibernética para manipular el “humor social” e influir en los resultados ya no serán las fake news, sino las deep fakes, a través de poderosos algoritmos de inteligencia artificial.