Jamás pensé que llegaría el día en que alguien pudiera ocupar el privilegiado lugar de Miguel Layún. Aquel legendario americanista paladín de las huestes de la Ley de Murphy, contra quien la gran masa se ensañó simplemente por jugar mal al fútbol, como si en la Liga M(uy)X no hubiera suficientes aspirantes. Layún cumplió en su momento con los requisitos para convertirse en el objeto del deseo del tren del mame: jugar en el América, regar el tepache en horario estelar y, si se me permite la suspicacia, ser güerito desabrido en tierra de la raza de bronce.
Cuando pregunté en corto a cierto futbolista de primera división sobre el repentino y brutal cambio en el derrotero de Layún, éste me dijo que se debía a la fortaleza del chaval y a esa necedad de no dejar de ponerle uno y la mitad del otro al asunto. "Pero si era más malo que el chikungunya", le dije. "Pues sí, pero le echaron la mano y mira dónde está", respondió el pambolero cuyo nombre voy a reservarme. Ahora resulta que el tal Miguelín es seleccionado "naconal", en su momento le dio el campeonato al Ame, ha jugado en Italia e Inglaterra y hoy día es el referente de su club en Portugal. Ni Miguel Ángel Cornejo podría revelar el misterio.
Por eso, desde que el flamante crack del Porto anda con tanta suerte y la perrada se ha olvidado de él (se quitó el estigma de jugar para los guajolotes y ya no tiene la pata chueca), ha quedado vacante la chamba de responsable de las tragedias de esta región nada transparente. Ya no hay a quien culpar de todo lo malo que nos pasa. A nosotros y al mundo entero. ¿A quién cargarle la batea de babas del que se equivocó al nombrar Miss Universo a la chiquita de Colombia y no a la de Filipinas? Me refiero al moreno de fuego ese, que con aplomo de hombre de verdad salió a reconocer que había regado el tepache diciendo una "costra" por "osa".
¿A quién le diremos esta boca es suya por la diarrea verbal y el estreñimiento de ideas de Donald Trump? En especial ahora que el copete más pesudo del mundo se siente como gorda en tobogán despotricando contra cualquiera que piense distinto a él. ¿A quién le vamos a echar el trompo a la uña con el asunto del alcalde Cuauh? Todavía no comienza su gestión y ya me lo andan tundiendo, al punto de que se señala a la oposición (es decir, prácticamente todos) de pretender debilitar su gobierno, cosa del todo inútil pues "Catemo" no necesita ayuda para ello.
En esas estábamos cuando el amigo de todos los niños decidió colgar el overol de pantalones cortos y dejarnos con una soledad tan desolada los domingos a las 7 de la madrugada. Ahora que "Chabuelo" se ha despedido de la gran familia mexicana como que el veinte nos empieza a caer. De golpe, sí, como el mamporrazo que le aplicó el chaval aquel al presidente Rajoy, y cuyo responsable no podría ser otro que el ausente. Ni hablar, en la lógica de Layún es preciso darle a cada quien lo que le corresponde.
Y si todo opera como está previsto, colgarle el milagrito de la caída del peso, el principio y fin de Antes muerta que Lichita, la obsesión de los intensitos por Star Wars y hasta el apagón analógico. Todo es culpa de Chabelo, hasta que el destino juegue los dados y lo catafixien por el antihéroe en turno. O regrese Layún por sus fueros.