Cultura

La del marro

Es un hecho, la muerte además de ser un extraordinario agente publicitario en un recurso que purifica hasta al más canalla de los personajes. Además, quita la insoportable pesadez del ser otorgándole una especie de salvoconducto para que recale en el purgatorio o, con un poco de suerte, el cielo, y acabe habitando la memoria colectiva de una manera menos ingrata.

Bajo la lógica de que en estos tiempos se muere gente que antes no lo hacía, cayó de sopetón la noticia de que Paquita la del Barrio colgó los tenis. Como era de esperarse, la noticia se supo y los lugares comunes empezaron a poblar las conversaciones, los comentarios en radio y televisión, los puntos de vista en medios digitales y no podía faltar la escucha reiterada de su música.

Es curioso un fenómeno como el que encarnó por décadas este extinto personaje. Primero, porque en un país como México, nada proclive al machismo, las historias en que la mala leche recae en los hombres no son poco comunes, pero, además, porque queda claro que si hay una inclinación latente en el pueblo tenochca es la del sufrimiento. En esta región sin límites la constante es tirarse al piso para ser levantado, al vicio a la menor provocación y a los lloriqueos como si no hubiera después.

El caso de Paquita la del “Marro” ha representado una extraordinaria oportunidad para refrendar semejante proclividad. Y como las figuras públicas son instrumentos catalizadores de pasiones colectivas, las historias que este personaje resonaron como pocas en el imaginario mexicano. Con menos glamour que las peroratas ochenteras de la D’Alessio, pero con una eficacia infinitamente mayor.

Con Francisca la del Vecindario se cierra un capítulo que elevó a carácter litúrgico el sufrimiento, encontrando como terreno fértil la idea de que la pareja disfuncional es inmunda y despreciable. En otras palabras y dado que se tiene a la mano el estigma del dolor por el dolor mismo, la toxicidad de las relaciones de pareja se convierte en un requisito indispensable para el entendimiento de la narrativa “paquiana” y para su disfrute, con o sin elixir dionisíaco de por medio.

Contrario a lo que suele ocurrir con los decesos, en especial si se trata del de alguien ligado al ámbito musical, lo mejor que se puede hacer es prescindir de las canciones de quién se desgarró el alma ante el infortunio de toparse con los que mal pagan. Y en todo caso hacer propicia la ocasión para pensar en el hábito de los amores tormentosos y su repercusión en la salud emocional. Que a quien le venga el saco se lo ponga y a quien no que se lo quite. (¡Me estás oyendo inútil!).


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Carlos Gutiérrez
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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