En pocas cosas los melómanos pueden ponerse tanto y tan de acuerdo. Hablo de Los Beatles y la inercia del respetable a amarlos o detestarlos. Contrario a lo que se piensa, hay una oleada de detractores de la que se dice es la mejor agrupación en la historia de la música popular.
Como es de entenderse, a pesar de que millones han crecido cantando sus canciones, hay para quienes resulta insufrible su mera evocación. Nada nuevo que, no obstante, ha vuelto a hacerse tendencia, como ocurre cada que hay algo reluciente en el horizonte beatlemaniaco.
Con el estreno de Now and then, la más reciente canción de los Fab Four, se han vuelto a agitar las aguas no sólo de la simpatía y la animadversión del grupo, sino del papel de la inteligencia artificial el acto creativo. Cuando se escucha esta herramienta ligada al Cuarteto de Liverpool cualquiera pensaría que ha servido para dar nueva voz a Lennon o Harrison, o incluso para procesar algún recurso inanimado.
Pero ha sido algo distinto. Ocurre que la grabación original del tema, que data de 1978, estaba contenida en un caset que Yoko Ono había dado a los Beatles restantes tiempo después de la desaparición de John. Y como no corrió con la misma suerte que Free as a bird y Real love, los estrenos más recientes de la banda en 25 años, tuvo que aguardar casi tres décadas para ver la luz.
La tecnología entra en escena con el rescate de la voz de Lennon para mostrarla impoluta, desprovista de los ruidos propios de la época en que fue grabada y del formato en que se registró. Con los arreglos necesarios, la producción de Jeff Lynne y de paso apelando a la nostalgia y la capacidad de sorpresa, ha quedado un corte irreprochable que, no obstante, dicen algunos, no habría sido ni por mucho una de las mejores apuestas de su época.
Y no han faltado los detractores que siguen colocando a los músicos en la ola de la sobrevaloración. Así como los que atesoran cada nuevo gesto, por nimio, como si se tratara de una nueva obra maestra. La experiencia del revival se completa con el respectivo video a cargo de Peter Jackson, director de Get back, el documental que narra la historia de la grabación del disco que acabó llamándose Let it be.
La experiencia cierra un capítulo más de quienes cimbraron las conciencias y trascendieron la década de la punzada. Con el deseo quizá de que no haya más exabruptos que padecer desde el aborrecimiento y que, por otro lado, no pare la maquinaria de la melancolía para los entusiastas. Habrá que ver qué dice la inteligencia artificial y las hipotéticas cintas que puedan seguir apareciendo en el camino.