Cultura

De política y otras demoliciones

Joan Manuel Serrat asevera en una de sus canciones más hermosas lo veleidoso que llega a ser el destino: “Fue sin querer, es caprichoso el azar, no te busqué, ni me viniste a buscar. Yo estaba donde no tenía que estar y pasaste tú como sin querer pasar”. El mentado e impredecible devenir suele ser menos poético, pero igual de implacable de lo que cuenta el cancionero del natural de Poble Sec.

Fue hace más de dos décadas cuando quien esto escribe comenzó una carrera docente, labor que había sostenido repetidamente nunca realizar, pero como se sabe cae más rápido un hablador si es cojo, en especial cuando la búsqueda de empleo apremia y las ganas de cambiar el mundo se imponen. Sin embargo, así como jamás desee dedicarme a la educación, la política me parecía un tema muy poco apetecible.

Y entonces el azar caprichoso y serratiano se me apareció en forma de una asignatura cuyo extravagante título apelaba a la historia de las ideologías, palabras más, palabras menos. Y así me vi frente a grupo hablando del tinglado tendido a lo largo de la historia en torno al hombre y sus gobiernos. Fue Historia de la Teoría Política, de George H. Sabine, la piedra angular del curso y desde la cual fue posible sentar las bases de lo que sería al menos por unos tres años más mi sino docente.

En ese tiempo desfilaron desde Aristóteles a Platón, pasando por San Agustín, Santo Tomás, Locke, Rousseau Montesquieu y Maquiavelo, hasta llegar a Bakunin y muchos otros más. Y con ello fue posible construir un imaginario que pudiera sentar las bases para la comprensión, en teoría, de lo que implicaba la polaca. Ignoro si las lecciones dieron fruto como para leer la realidad, pero al menos los nombres, nomenclaturas e ideas fueron presa de alguna suerte de reflexión.

Ahora que la noche se le viene a este país en proceso de derribo, pienso en aquel azaroso rumbo que tomaron mis pasos iniciales en la pedagogía y encuentro indispensable acudir a las luces de quienes pensaron la cuestión social con eficacia. Porque, aunque el sentido común podría servir para señalar la incompetencia de los actores políticos desde la pretenciosa transformación, nada como la estatura intelectual de los clásicos que sirva, a su vez, para dar dimensión a los desvaríos megalómanos de quien tendría que fungir como el mandatario de todos.

Y por mandato se entiende la orden del pueblo para dejar en manos de un tercero el cuidado de la cosa pública, de los asuntos y el bienestar de todos. De ese colectivo conformado por los que profesan simpatías, pero también y, sobre todo, por quienes desde la divergencia señalan el camino errado. Lo restante es esperar que el administrador de ese bien tenga los arrestos para conducirse con la honestidad, solvencia y templanza propias de la investidura, aunque eso, visto el panorama actual, quizá sea lo más difícil de ofrecer.

[email protected]

@fulanoaustral

Google news logo
Síguenos en
Carlos Gutiérrez
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.