La confrontación y el desarrollo de enemigos de la patria ha sido una constante que le ha dado muchos frutos a López Obrador.
El acusar, agredir verbalmente y mantener una postura crítica han sido acciones que le han redituado a lo largo de los años y de las cuales no hay manera que se desligue.
Esa estrategia de denuncia, principalmente ante los partidos PRI y PAN, junto a su postura de salvador del pueblo, le ha permitido escalar posiciones y popularidad, de forma tan contundente que el día de hoy ostenta la silla presidencial y mantiene unos niveles de popularidad inimaginables ante los constantes desaciertos y groserías muy típicas de nuestro Presidente.
Esos comentarios, que en su momento profería como candidato eterno, sobre prácticamente cualquier asunto de gobierno, han quedado guardados en la historia y lamentablemente el tiempo los trae a colación aplicándolos directamente a su gestión.
A pesar de su empeñoso proceder por pintar un modelo de nación que no existe y resaltar la prosperidad del país, prosperidad que solo llega a sus familiares o allegados, el ejecutivo día a día inventa un nuevo enemigo de la patria para mantener vigente su cantaleta de señalamientos y poder culpar de sus errores a todo aquél que se le ocurra.
Su tribuna mañanera, es prácticamente un juego de poder, desde el cual juzga y denigra a quien se le antoje, con tal de desviar la atención de su patético proceder y su ineficiente gobierno.
Desde esta tribuna acusatoria, han surgido enemigos de la nación que, según el inquilino del palacio federal, son los culpables del deterioro del país.
Así hemos visto que después de tres larguísimos años, este gobierno sigue sin asentarse y repartiendo culpas a partidos, prensa, artistas, activistas e inclusive a una clase media cuyo pecado mortal es aspirar a una vida mejor.
En esta ocasión, los monstruos elegidos para atentar contra el bienestar de la nación han sido los videojuegos y la UNAM.
En días pasados López Obrador ha declarado que los videojuegos son utilizados como medida para el reclutamiento de crimen organizado y que además por su naturaleza, estos juegos transforman a nuestra niñez y juventud en seres agresivos, violentos y con baja autoestima.
Este tipo de comentarios marrulleros y sin justificación, pierden toda veracidad cuando a la par se permite el desarrollo de contenido audiovisual violento o la comercialización de juguetes relacionados a las armas o violencia.
Si a esto le sumamos que, a nivel mundial, el país que más consume videojuegos es Japón y a la par se ostenta como una de las naciones con mayor seguridad, contrastando con Irak que maneja niveles de inseguridad altísimos y un consumo muy pobre de videojuegos, la acusación presidencial pasa a ser simple verborrea para seguir en el juego de la crítica.
Con respecto a la UNAM, ni siquiera vale la pena mencionar y denostar el comentario obradorista.
La universidad Nacional es una institución progresista que siempre ha mantenido elevados estándares de transmisión y difusión del conocimiento, por lo que ni siquiera vale la pena mencionar los comentarios de un fósil académico.
Con argumentos a la defensiva, el ejecutivo mexicano continua su travesía sin rumbo, dispuesto a inventar enemigos y excusas día a día, con tal de tapar la ineptitud de un gobierno que parece que le gusta dar pasos hacia atrás en lugar de ir hacia adelante, repartiendo, eso sí, culpas sin ton ni son.