El pasado 8 de marzo, el famoso 8M, en Palacio Nacional se llevó a cabo una supuesta “celebración oficial” del Día Internacional de la Mujer, dicha celebración fue encabezada por nuestro mandamás, todo esto en un recinto cercado por vallas metálicas, resguardado por elementos antimotines y la Marina y en donde este acto encaminado a la mujer terminó siendo un evento de promoción mas del proyecto político de López Obrador.
En el discurso no aparecieron los temas trascendentales o los derechos humanos propios de esta fecha.
Tal parece que en nuestro país el gobierno federal no entiende, o no quiere entender los derechos primarios de las mujeres, en ningún momento se trató la temática de la violencia de género, ni siquiera figura dentro de la agenda nacional, esto ejemplifica el grado de compromiso de esta administración con la mujer mexicana.
A nuestro presidente le incomoda visiblemente el tema femenino y no da luces de que lo pueda entender.
De poco valen las leyes o reglamentos promulgados durante años, si no tenemos un estado de derecho que los haga valer.
La violencia contra las mujeres está creciendo alarmantemente en México, prácticamente no tenemos un solo estado que pueda escapar al señalamiento de algún feminicidio.
Hace unas décadas nos asombrábamos y señalábamos la terrible situación que sucedida en Ciudad Juárez y sus incontables desaparecidas.
El día de hoy tenemos cifras similares y ocurren en todo el territorio nacional, pero para Palacio Nacional parece que no sucede nada.
Para entrar en contexto se estima que en nuestra nación cada día son asesinadas al menos 10 mujeres, a eso súmele que el 45% del total de mexicanas ha sufrido a lo largo de su vida algún tipo de abuso o agresión sexual y si hablamos de desigualdad podemos decir que las mujeres ganan entre un 13% y un 27% menos que los hombres en igualdad de tareas y responsabilidades.
Desde el gobierno, se debe entender y escuchar la voz de miles de mujeres que con sus marchas y protestas intentan honrar la memoria de las miles de mujeres desaparecidas y exigir que el discurso oficial no solo sean palabras, sino hechos y soluciones.
Es verdad que falta mucho por hacer, pero también es verdad que los reclamos y exigencias no pueden ser callados o ignorados.
En este sexenio se ha tenido un retroceso en los derechos de las mujeres, no hablamos de los índices de violencia ni de acoso o machismo, hablamos del derecho a cuando menos ser escuchadas, al contrario de eso, se les mantiene alejadas, señaladas y con vallas de por medio, porque simplemente nuestro gobierno no entiende a sus mujeres.