Sin duda alguna, el evento deportivo más esperado por la humanidad es sin temor a equivocarme el mundial de futbol, aún por encima de los juegos olímpicos.
Esta justa deportiva va más allá de lo estrictamente deportivo, incluye además facetas de orden político, social, cultural y por supuesto económicas.
Es por eso qué. en aquel lejano 2010, cuando se elige a Qatar como la sede mundialista, un país que no cuenta con una afición por el balompié, que carece de estadio alguno para la práctica de este deporte y que además cuenta con un clima infame para poder celebrar una justa de esta naturaleza, las voces de reclamo y corrupción no se hicieron esperar.
Todo esto trajo como consecuencia la caída consecutiva de dos presidentes de la FIFA y sumió a esta asociación en un acoso y señalamiento continuo de corruptelas y malos manejos por parte de sus dirigentes.
Estamos ya a 12 de años de aquellos días y por fin ha llegado la cita mundialista, la humanidad entera posa sus ojos con curiosidad y morbo sobre esta prominente y rica nación para observar el trato que dará a sus visitantes.
Un país con un manejo deplorable de los derechos humanos y la libertad de expresión, en donde diariamente se ven los signos de la explotación de los trabajadores, la persecución de la homosexualidad, la discriminación hacia la mujer y la persecución de cultos pone a prueba al mundo entero para qué, bajo el pretexto de unos juegos de futbol, acepte sus políticas de gobierno y guarde silencio ante la injusticia social que muchos viven en esa nación.
Es imposible hablar únicamente de lo que sucede en los campos de futbol, la realidad de Qatar no puede simplemente ignorarse, la censura a las críticas va de la mano con una jugosa industria del deporte que genera dinero a carretadas y eso es aún más importante para una FIFA de doble moral, que prefiere guardar silencio ante las injusticias de aquel país.
Esta reacción moralista que guarda la FIFA está totalmente fuera de lugar, pero es comprensible para salvaguardar las ganancias que estos eventos generan.
Pero aún y con toda esta censura, ya han surgido los primeros actos de reclamo y valentía.
En un hecho por demás histórico, más que el juego mismo, los jugadores de ecuador pusieron el ejemplo cuando al anotar el primer gol del partido inaugural, se reunieron en un lado del campo dando gracias al creador, en una alusión totalmente cristiana.
Este tipo de actos en público no están permitidos en Qatar y son perseguidos y condenados, sin embargo, el momento fue captado por millones de personas y espectadores y presenta el primer acto de esperanza hacia la apertura y los derechos humanos, en un país que se niega a ver el mundo como en realidad es.