El presidente López Obrador mantiene un altísimo nivel de aceptación, así lo registran las múltiples encuestas que semana a semana intentan medir su popularidad, sin embargo, su gobierno no goza del mismo privilegio.
La gente sigue creyendo en él y al mismo tiempo se desencanta de los resultados de sus decisiones.
Este extraño fenómeno, tiene su origen en la imperiosa necesidad que existe en el pueblo mexicano de mantener una esperanza.
Y es que, a pesar de las tribulaciones, el pueblo mexicano está obligado a creer en su salvador, en aquel que las muchedumbres llevaron al poder con una votación histórica de aceptación.
Con estos niveles de arraigo, es muy difícil precisar un panorama para la próxima sucesión presidencial.
Al momento, nuestro presidente, es quién tiene el poder y la ventaja en sus manos, la oposición no tiene pies ni cabeza, y no cuenta a estas alturas con una figura capaz de competir de por la presidencia.
El panismo sigue atorado en su misma fórmula, incapaz de ver que su líder Marko Cortés mantiene, por sobre todos, a su gallo Ricardo Anaya, dificultando el surgimiento de posibles nuevas figuras. Si hablamos del PRI, encontramos a un partido moribundo, víctima de sus errores y que con la presidencia del “popular” Alito, solo se ha preocupado por consolidar un proyecto personal, otorgando dirigencias y dádivas a sus allegados.
Del resto de los partidos, mejor ni hablar, solamente son fracciones que se adhieren a los tres grandes con la premisa de mantener sus intereses y prerrogativas.
De esta forma, el camino para que el Presidente pueda posicionar a su candidato parece fácil, pero Morena es lo que es y dentro de sus entrañas se desata una lucha encarnizada por la designación.
Sabedores de que en este momento la principal carta de AMLO es Claudia Sheinbaum, ya que es la única que garantiza la continuidad de su proyecto, personajes como Ebrard, Monreal y el recién llegado Adán Augusto López, tendrán que mover muy bien sus cartas para llenarle el ojo a su mandamás y ser considerados.
De estas pugnas seguramente habrá heridas que hay que sanar rápido, porque en la contienda del 24, todos son necesarios.
Así las cosas, México avanza hacia la segunda mitad de gobierno de la 4T, con un mandatario popular si, y mucho, pero que encabeza un gobierno muy cuestionado por sus acciones y resultados.
Avanza con una marca Morena entrando en pleno desgaste, pero con una oposición sin rumbo.
Falta tiempo, pero la carrera ya comenzó y al momento López Obrador sigue haciendo lo que mejor sabe, estar en la palestra del candidato en campaña para promover sus sucesores, olvidándose de los problemas reales de México.
Así ha sido durante tres años y así será en lo que resta de este gobierno.