En estos momentos estamos sufriendo una enorme escalada de casos de acoso, maltrato o bullying escolar.
Sin embargo, nos hemos quedado sin respuestas para determinar las causas por la que eso se origina.
No existe en sí un solo factor determinante para el surgimiento de un acto de acoso, por el contrario este evento se vuelve un acto multifactorial que obedece a muchas circunstancias que se acarrean desde el hogar, la situación económica, social y de salud que lamentablemente se llevan a la escuela, en donde se combinan con las problemáticas de los compañeros originando un repositorio de problemas, que tarde que temprano explotan en algún acto de barbarie o brutalidad.
El más reciente y tristísimo caso de la alumna Norma Lizbeth, que murió asesinada después de haber sido golpeada repetidamente por una de sus compañeras deja al descubierto, no solo la crisis social que se vive en nuestras familias, sino la grave desatención de parte del aparato escolar en torno a eventos de este tipo.
Dónde estaban los docentes o personal de apoyo cuando se estaban gestando las bromas, las burlas y los golpes hacia Norma.
Está comprobado que el acoso escolar comienza cuando el alumno se encuentra ocioso, es en este momento cuando nacen las conductas disociales, propias del aburrimiento, la falta de quehacer o la ausencia de actividades productivas.
Que dejaron de hacer los padres, los maestros, los amigos, para que una niña de 14 años fuera asesinada por una compañera, sin que nadie haya previsto absolutamente nada.
Seguramente para Norma el acudir a la escuela se debería de haber vuelto un martirio, ¿por qué nadie lo noto?
Qué triste es nuestra sociedad que permite exponer a niños, que al momento de ir a sus clases, están más preocupados por tener todo su ser en alerta para poder defenderse del abusador y no para prestar atención a una clase.
El problema es muy serio, según datos de hace ya algunos años en México 2 de cada 10 estudiantes han sido víctima de algún tipo de acoso escolar, es de esperarse que en la actualidad esta cifra sea mayor.
En este tipo de casos la irreparable pérdida de Norma, evidencia también la otra cara de la moneda.
Que le sucedió a Azahara la niña agresora, que también acusó de haber sufrido violencia intrafamiliar, y que ahora ha sido declarada culpable de asesinato y a su corta edad tendrá que ir a prisión.
En verdad será esta la mejor forma de tratar a esta menor, en verdad creemos que la prisión será el lugar en donde ella podrá reformar su vida y reivindicarse.
Tal vez este caso nos haga poner más atención a lo que de verdad está sucediendo en nuestras aulas.
Los salones están llenos de alumnos que contienen una ira y tristeza creciente con una enorme carga emocional.
Alumnos que necesitan ser escuchados y que por la situación que sea, tanto en casa como en la escuela, los hacemos a un lado por considerar que sus problemas son solo problemas menores.
No podemos seguir ignorando los gritos silenciosos de una juventud que hemos olvidado y que ahora más que nunca necesitan ser comprendidos, considerados, pero sobre todo escuchados.