Política

Trump y la ultraderecha contra la agenda woke

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  • Bernardo Barranco

Durante su participación en el Foro de Davos, el presidente de Argentina, Javier Milei, atacó frontalmente la agenda progresista internacional. Arremetió: “El virus mental de la ideología woke es la gran epidemia, es el cáncer que hay que extirpar”. Milei repite fórmulas usadas por el lobby de los sectores antiderechos, y por la ultraderecha, usadas especialmente en Estados Unidos. ¿Pero que es “woke”? En México y Latinoamérica se usa poco, solo los jóvenes más instruidos conocen su contenido. Por ello conviene entender su uso cada vez más extendido a nivel internacional:

El término woke fue utilizado frecuentemente por Donald Trump durante su campaña para desacreditar no solo a sus oponentes sino descalificar los movimientos feministas, ambientalistas, defensores de los derechos humanos de las comunidades LGTB, afroamericanos y migrantes.

Woke significa literalmente despertar, estar atentos o expectantes. Nació en los años treinta en las luchas por los derechos civiles de los negros en Estados Unidos. Woke era cobrar conciencia de los problemas sociales y políticos que afectan a los afroamericanos ante los prejuicios raciales y la discriminación. A partir de los años sesenta se extendió y diversos movimientos sociales proderechos lo adoptaron, en especial grupos universitarios. En suma, el término woke se relacionaba a empoderar los valores progresistas.

Woke es un adjetivo de derechos civiles diversos. De unos años para acá, los sectores conservadores, gracias a campañas, internet y boicots, han dado nuevos contenidos al término. Se ha conformado como un epíteto despectivo, se han construido estereotipos despreciativos como doctrinas perniciosas para desprestigiar a los movimientos progresistas calificándolos de fanáticos y manipuladores.

La resignificación del concepto se sirvió de las redes sociales; en Estados Unidos se formó el movimiento antiwoke para oponerse a la agenda de reivindicaciones que representaba. El antiwoquismo, conformado por la ultraderecha, ataca con furia su agenda e ideología. El lenguaje que se utiliza en política tiene unas características especiales y un poder enorme para hacer llegar a los ciudadanos los mensajes que se desean, tanto en la forma como en el contenido. El lenguaje político, como todo lenguaje, no es inocente. Intenta siempre mover la concurrencia en una dirección determinada, manipular su conciencia.

En gramática política, woke, es polisémico porque tiene varios sentidos incluso opuestos. Se está imponiendo desde la derecha un uso peyorativo para hablar de manera despectiva de las causas de los contemporáneos movimientos sociales.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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