El consejero presidente del consejo general del INE, Lorenzo Córdova, advirtió en días pasados que por el “ambiente de polarización” se registró un retroceso en la democracia de México. La declaración la hizo en el marco de la presentación de un estudio sobre resultados del Índice de desarrollo democrático de México 2021, financiado por la asociación demócrata cristiana de Alemania, Fundación Konrad Adenauer Stiftung y por la USEM, empresarios católicos. Lorenzo Córdova advirtió que en 2021 se registra su peor momento que representa una caída de 24% .
Lorenzo Córdova, hizo un llamado a defender la democracia frente a esta atmósfera de polarización y división política, porque “Una cosa es la polarización aceptable y otra cosa la que hoy estamos viendo: dividir en forma tajante, binaria y la confrontación entre amigo y enemigo generan un caldo de cultivo para acciones autoritarias”
Lorenzo habló como tercero en discordia. Finge demencia y no hay asomo de autocrítica alguna. No se ve a sí mismo, como un actor que han inducido la polarización política imperante. Desde hace años se ha instalado en un pobre discurso que coloca al INE supuestamente en el centro de la democracia. Cualquier crítica al INE es un atentado a la democracia. Córdova no se reconoce como un actor rijoso contra su némesis: AMLO y la 4T. Está más que claro que Córdova y Murayama, ante la debilidad conceptual y estructural de la oposición, se han erigido como contrapesos políticos. Sus planteamientos y discursos hablan por sí mismos.
No es la primera ni la última polarización que vive el país. En 2018, el INE fue señalado de inacción ante las irregularidades en elecciones del Edomex y Coahuila en 2017; en un foro sobre Integridad Electoral en América Latina, organizado por la Secretaría de Relaciones Exteriores, Córdova respondió que “Golpear al árbitro electoral como estrategia política debilita la democracia y abona el terreno para que regrese el autoritarismo”. Esto fue a raíz de que varios intelectuales y activistas sociales pidieran su destitución. Entre ellos se encontraban Cuauhtémoc Cárdenas, Denise Dresser, Sergio Aguayo, Javier Sicilia, Alfredo Figueroa, Emilio Álvarez Icaza, Rogelio Gómez Hermosillo, entre otros. Paradójicamente ahora sus aliados circunstanciales. Como consejero del INE, Córdova siente encarnar la democracia: ¡él es la democracia! Por tanto, cualquier crítica que incluya a sus amigos consejeros son un atentando casi golpista a la democracia.
Es momento de quitarse las máscaras y abonar, sin hipocresías, a fortalecer con honradez la vacilante democracia mexicana.
Bernardo Barranco*
*Especialista en asuntos religiosos y electorales