El Consejo General del IEEM está partido en dos bloques. No es ningún secreto, la conducción del instituto está en crisis. Hay una ausencia real de liderazgo. Hasta el secretario ejecutivo aparenta mediar como un tercero en las discordias que cada vez se agrandan más en una institución que se está precipitando hacia la deriva. Se arriesga la estabilidad y credibilidad del Instituto electoral con nuevos escándalos. De cara a las elecciones de gobernador en 2023, es preocupante un consejo envenenado por protagonismos, discrepancias y mezquindades.
El grupo mayoritario, encabezado por la presidenta provisional, es una camarilla de cuatro consejeras que impone, a veces de manera caprichosa, su mayoría. No hay consensos internos ni discusión concertada en temas torales. Solo la mayoría se impone a contentillo del partido en el poder.
La fractura interna del Consejo fue evidenciada en sesión del 29 de diciembre de 2021, cuando se ventiló la forma en que liquidaron a encargados de Unidad. Sin evaluación de desempeño, ni consenso interno, quedaron acéfalas seis Unidades. Lo cual compromete el correcto funcionamiento del instituto con tareas complejas y especializadas
El palacio de cristal se ha convertido en un búnker de medio tiempo. El modelo de selección de consejeros electorales también está en crisis pues privilegia a técnicos administrativos con escasa sensibilidad social.
Estamos ante un consejo, probablemente, con el más bajo nivel intelectual que no está a la altura de las exigencias de su mandato. No basta saber las reglas ni los procedimientos. Se requiere comprender la complejidad del encargo social cara a la ciudadanía y el papel político de cara a la presión de los partidos.
En el IEEM no se puede pregonar la democracia cuando al interior se ejerce un comportamiento faccioso. Las tensiones en todo órgano colegiado deben procesarse con las herramientas de la misma democracia: diálogo, búsqueda de concesos, debate inclusivo y síntesis.
Se espera una nueva presidenta que ponga orden en una cancha sucia y contaminada. En los pasillos del instituto se transpira preocupación; muchos creen que se trata de una lucha de egos. La disputa es más de fondo y atañe a la identidad y misión del instituto electoral. El consejo del IEEM ya no puede seguir siendo un colectivo domesticado, como es la apuesta de las cuatro consejeras embelesadas con su canojía. El IEEM ya no debe ser botín de políticos malandrines.
PS. Fernando, no invisibilices en la Síntesis de nuevo mi colaboración, porque incurres en censura.
Bernardo Barranco