Todos quieren saber los nombres del próximo gabinete que acompañará a la maestra Delfina Gómez en el gobierno del Edomex. Periodistas, opinólogos y políticos ansían conocer los nombres de los actores que serán los próximos gestores del poder. En muchos hay un afán desmedido, para otros, si es una información privilegiada mejor. El poder es el demonio, según Nietzsche. No se trata solo de ganar la nota sino de posicionarse, para beneficio propio, con los hombres y las mujeres del nuevo poder. No se trata de curiosidad política sino congraciarse y alcanzar una colocación privilegiada.
Nicolás de Maquiavelo, fundador de la política moderna, sentenciaba que la política es el “arte de conquistar y mantener el poder”, y para los arribistas es determinante estar cerca de él, no importa cómo. El talento del gobernante es estar atento de los oportunistas que susurran el canto de las sirenas. Maquiavelo aconseja al Príncipe, dueño del poder, encarnar la grandeza del Estado cuya mejor fortaleza es no ser odiado sino amado por el pueblo. Por tanto, cuidarse de advenedizos, convenencieros y astutos que buscan posesionar beneficios propios o una camarilla.
Las ansiedades que se perciben, forman parte de una vieja cultura del poder. La clase política que será desplazada buscará acomodarse ante una insólita circunstancia. ¿Cómo sacar la mejor raja o negocios políticos con el arribo de una nueva clase gobernante? Sin embargo, la manera de hacer política ha cambiado. Experimentamos en el contexto nacional, una tesitura de desconfianza, falta de credibilidad de políticos en bancarrota moral, partidos devaluados y polarización gigantesca. A pesar de ello la alternancia de poderes mexiquenses ha sido tersa y políticamente muy civilizada. Hasta ahora. Como lo han declarado, la 4T no está pactado un arreglo de impunidad, pero no se avizora una transición con rupturas feroces.
En este tenor el arribismo es tóxico. Es claro que Morena requiere de cuadros técnicos altamente competentes para gestionar una entidad equivalente a un país. Y tampoco se trata de cerrar las puertas a peritos y sujetos competentes, aunque hayan formado parte del gobierno anterior. En todo caso debe hacer una selección juiciosa y selectiva.
Volviendo a Maquiavelo, todo ejercicio político es un acto ético. Estamos ante una alternancia histórica e inédita. La moralidad está implícita. Nada está garantizado porque el 2024 está a la vuelta de la esquina. Las próximas elecciones pondrán a prueba la gobernanza de un gobierno que aun no asume.
