Más que resultados tangibles, es demasiado pronto para pedir saldos en tres meses de gobierno. El ejercicio de ayer domingo fue poder evaluar el temple de la presidenta Claudia Sheinbaum. Fue un acto plausible de rendición de cuentas, una oportunidad para sondear el talante de la presidenta, medir las virtudes y fragilidades de la primera mujer mandataria en 200 años de vida republicana, así como su asertividad en la integración de los equipos que integran su gabinete.
Conforme avanzaba en su alocución fue alcanzando el nivel exaltación y efectividad que obtuvo en su discurso de toma de posesión. Como buena científica, manejó con seguridad muchas cifras y datos. Mostró serenidad y pasión. Con carácter férreo, dijo: “estoy entregada en cuerpo y alma”
Queda claro que hay una continuidad, casi absoluta, con el gobierno de AMLO. Hay nuevos matices, por ejemplo, en la estrategia de seguridad. Expresó los cuatro ejes principales: atención a las causas, consolidación de la Guardia Nacional, fortalecimiento de inteligencia e investigación, y coordinación efectiva entre el gabinete de Seguridad y las entidades federativas. Hubo acentos simbólicos que marcaron el discurso de la Presienta: las mujeres, los indígenas y los migrantes.
Según diferentes encuestas, el nivel de popularidad de la presidenta Sheinbaum fluctúa entre 75 y 80%. Los medios internacionales como Financial Times, Forbes y Times la colocan como una de las mujeres más influyentes en el mundo. Estoy seguro que Claudia es estoica como para no dejarse devorar por la fama efímera y naufragar en la temporal popularidad.
Inevitables las alusiones indirectas a la amenazas del futuro presidente norteamericano. Fue muy clara: “Como lo he dicho: nos coordinamos, colaboramos, pero nunca nos subordinamos”, sentenció la mandataria. Dicha postura recrea el nacionalismo mexicano que se remonta al siglo XIX. Un sentimiento patriótico frente a los continuos abusos históricos de Estados Unidos a nuestro país.
La tosquedad y arrogancia sin límites del magnate Donald Trump, han levantado indignación e irritación mexicana. Más que una desgracia, Sheinbaum puede canalizar la amenaza trumpiana en un cierre de filas. Unidad nacional frente a una amenaza externa. Benito Juárez es la figura paradigmática: cerró filas entre la dispersión de los liberales, se convirtió en líder que defendió la soberanía de México frente a las intervenciones de las potencias europeas.
Otra oportunidad, ante un aparente alejamiento de AMLO como líder irrebatible, Morena debe dejarse de pugnas internas de poder. Debe hacer empeñarse por mantenerse unido como partido, especialmente para defender su proyecto.