Cultura

La mujer que cocina

Diariamente el espacio público ve deambular a mujeres y hombres con destinos diferentes, algunos al trabajo, otros a la escuela y muchos más en búsqueda de las provisiones para el hogar. En este último ejemplo encontramos a un amplio número de mujeres, aquellas que por azares del destino, o las costumbres, tienen una de las misiones más importantes para el hogar, su soporte. Abuelas, madres, tías o hermanas son las encargadas de encender la maquinaria familiar, proveer de desayunos y lonches, verificar el uso correcto de uniformes, cumplimiento de tareas y hasta cooperación para la kermés o el intercambio.

Este fenómeno fue el denominador del rol femenino en la sociedad mexicana, incluso visto a principios de este siglo. El modelo de la familia mexicana, creado desde el cine, la radio y la televisión, retrató a la mujer mexicana como una persona sumisa y comprometida con los valores familiares, pero sin la posibilidad del desarrollo humano y profesional, y donde su éxito radicaba en los triunfos de su esposo e hijos.

Dentro del hogar, su espacio de esparcimiento se limitaba en la limpieza de la casa y a todo lo que podía elaborar dentro de la cocina. Es ahí donde nace el binomio mujer-cocina y que toma fuerza a mediados del siglo pasado, bajo la imagen y semejanza de la sociedad estadounidense que, a su vez, se veía influenciada por el modelo de desarrollo económico de la postguerra. Que trajo parte de la automatización de la cocina, con la implementación de los electrodomésticos y la industrialización de los alimentos.

Sin embargo, para México representó un retroceso en el desarrollo de la mujer, que, si bien se había ganado un papel importante como parte del movimiento revolucionario de inicios de siglo, ahora buscaba un lugar semejante al del hombre, en todos los aspectos. Lo que ocasionó un estira y afloja, una lucha de poderes y, por desgracia, un menosprecio. Lo que orilló, de manera gradual, su retorno a la vida hogareña. De esas generaciones provenimos aquellos nacidos en el último cuarto del siglo XX, que nos permitió crecer entre la cocina y los juegos de niños, pidiendo a mamá, abuela o tías una probadita de lo que preparaban y reconociendo sabores, olores y formas.

Algunas de estas mujeres, en su rebeldía, buscaron su profesionalización, otras, por necesidad, lo hicieron para sacar adelante a sus hijos. Con el paso del tiempo, el estereotipo de ama de casa ha vuelto a cambiar, ahora se puede ver un grupo mayoritario de mujeres en las aulas, las empresas y las dirigencias. Lo que a algunos les ha alarmado, pues se preguntan, ¿quién está cocinando y educando a los hijos? Mientras otros pensamos que en la cocina y en la educación, todas y todos tenemos obligaciones que cumplir, y es gracias a nuestra madre, abuela, tía o hermana, quién, en su momento, posiblemente dejó sus sueños por su familia. 


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Benjamín Ramírez
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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