El futuro del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC) se sigue negociando en este momento, recién terminada la ronda de Montreal, donde la ciudad canadiense acogió, la semana pasada, a las delegaciones estadounidense, mexicana y canadiense en el penúltimo intento por alcanzar un acuerdo marco para la actualización del mayor pacto comercial del planeta.
El clima de las conversaciones entre los tres países, fue tenso, Estados Unidos se presentó aislado y algo tajante en sus declaraciones, mientras que Canadá y México, por su parte, se mostraron alineados a favor del libre cambio. En medio de un ambiente algo enrarecido, tras la decisión de Washington de imponer aranceles sobre los paneles solares y las lavadoras domésticas importadas del resto del mundo, medida que afecta, primordialmente a México y a China, lo más destacable fue la negativa del Gobierno canadiense por negociar las ofertas planteadas por el Gobierno de Justin Trudeau.
En este momento el tema más álgido son las Reglas de origen en el sector automotriz. Para la comprensión detallada del tema, debemos tener en cuenta que el porcentaje mínimo de piezas de fabricación norteamericana que, obligatoriamente, han de tener los coches fabricados en la región para quedar exentos de aranceles se ha convertido en un asunto nuclear de la discusión desde la cuarta ronda de negociación, cuando la Administración Trump se descolgó con propuestas rupturistas que recibieron la crítica generalizada de los especialistas en comercio internacional y de sus contrapartes mexicana y canadiense. Ahora, con México y Canadá dispuestos a ceder parcialmente respecto a su posición inicial, se abre un espacio para el acuerdo siempre y cuando Washington esté dispuesto a rebajar sus aspiraciones de máximos.
En este respecto, es también pertinente desglosar ¿Qué propone EU? Básicamente, lo que el Gobierno estadounidense está dejando sobre la mesa de negociaciones es, elevar el contenido regional de cada automóvil del 62,5% actual al 85%. Y que, de esa cantidad, el 50% sea estadounidense para asegurar una mayor carga de trabajo para su industria. Sin embargo, a los industriales del sector automotriz les preocupa el daño potencial sobre la competitividad de la región: el incremento en las reglas de origen, dicen, obligaría a comprar piezas en Norteamérica a un precio mucho menos competitivo del que hoy obtienen en otros mercados, fundamentalmente asiáticos. De aprobarse un umbral tan alto, advierten, lo más probable es que muchas empresas optasen por pagar el arancel para no tener que cumplir con los nuevos estándares o, directamente, trasladasen su producción a otras latitudes.
Ahora bien, ¿qué busca México? Que el aumento en las reglas de origen sea inferior a la propuesta estadounidense para que el daño sobre una de las gallinas de los huevos de oro de su economía, el ensamblaje de automóviles, sea el menor posible. Sin embargo, en las últimas semanas su posición se ha flexibilizado notablemente y México ha pasado de no querer ni siquiera negociar un incremento "inviable" en el contenido regional a aceptar un diálogo "serio" al respecto. A lo que el Gobierno mexicano no está dispuesto, afirman fuentes cercanas a la negociación, es transigir con un mínimo de contenido estadounidense. La patronal automotriz mexicana (AMIA) ha advertido, en repetidas ocasiones, de que el mínimo propuesto por EU "no solo es inaceptable, sino inalcanzable".
Por su parte, Canadá es una de las mayores novedades en lo que va de negociación han sido las ideas, de nuevo cuño, introducidas por el Ejecutivo de Justin Trudeau en este ámbito. La delegación canadiense pretende primar la inversión en I+D en la región en el cálculo de las reglas de origen. De esa forma, el contenido regional aumentaría sustancialmente sin que los industriales tuviesen que asumir costes adicionales.