Cultura

Por Fin

En la línea infinita del tiempo, imaginamos una división que nos permite llevar esta abstracción a un espacio tangible, por eso creamos los meses, semanas, años. Las estaciones del año con sus trasformaciones prodigiosas, los frutos y colores, nos guiaban en estas diferencias. La cuarentena nos aisló no sólo del virus, nos aisló de este cronómetro que ordenaba en nuestro cerebro. El tiempo ha cambiado, se suspendió en una repetición constante de información, la sociedad se hizo monotemática, el miedo fue la presencia más poderosa. Se supone que se acaba un año, éste que ha escrito su propia leyenda, y sin embargo sigue el mismo paisaje, la vida no puede cambiar como si cerráramos la tapa de un libro decepcionante. En nuestra ficción pensamos que un año nuevo traerá nuevas cosas, y esa alucinación nos hace pedir deseos, es parte de nuestro pensamiento mágico primitivo. El tiempo en su devenir siempre trae nuevas cosas porque hay una gran parte de la realidad que somos incapaces de controlar, en eso está nuestro dilema, construimos la existencia sobre una base inasible y desconocida. Las únicas certezas son nuestros principios, las razones éticas, esas leyes que hemos planteado para nuestra propia gobernanza, que podemos seguir al margen de las circunstancias. Las cosas no van a cambiar, la realidad tiene un plan que desconocemos, y es falso que “nosotros cambiamos”, en esencia los individuos y la sociedad encuentran seguridad en mantener sus costumbres y vicios, creencias y necedades, que además se heredan como enlaces genéticos. El cromo repetitivo, lugar común de la falta de creatividad, del calendario agotado, es hoy, aun más imposible, mañana seguirán ahí la enfermedad, desolación y la injusticia, la soledad y la ignorancia, no hay calendario que desprenda sus últimas páginas, es esto lo que tenemos y nada más. Sin embargo hay algo que sí queda a la libre voluntad y es amar con resolución y valor este tramo de la existencia como la excepcional prueba de que estamos vivos. La gran posibilidad de demostrar que si las circunstancias son terribles, la naturaleza humana puede recurrir a las virtudes que la hacen valiosa. Compasión, paciencia, fe, y la posibilidad de desprendernos para amar como último recurso. Sin expectativas, iniciar este imaginario ciclo, y dar lo que hoy tenemos, ya el presente nos mostró que el futuro no existe, y lo que no entreguemos hoy, no tendrá un mañana.

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Avelina Lésper
  • Avelina Lésper
  • Es crítica de arte. Su canal de YouTube es Avelina Lésper
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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